Líneas: Centro de Salud Juan Escutia de la SSN

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

26 / Abril / 2013

Hemos hablado de varios centros de salud que son casi pocilgas para los enfermos y para el personal que labora en ellos. Además hemos denunciado el estado de abandono que impera en las instituciones de salud, clínicas y demás nosocomios que operan casi sin medicamentos, y –en algunos casos- sin la menor consideración para los enfermos y con graves irresponsabilidades para con sus pacientes y para –con- su trabajo.

Ellos, los que ahí laboran, dicen que son así porque no tienen el presupuesto correspondiente para pagar resanes, pintura, arreglo de puertas y ventanas, aparatos utilizados en las operaciones y compra de gasa, alcohol y demás enseres que se necesitan para aplicar las primeras curaciones –cuando menos- incluyendo jeringas hipodérmicas, algodón, vendas, agujas y lo indispensable para prestar primeros auxilios y para pagarles completos los sueldos y demás yerbas
Cuando acude a estas instituciones que se pagan con dinero de los impuestos que cubre el mismo pueblo –incluyendo los salarios y prestaciones de ley- el enfermo o el usuario recibe una lista de medicamentos que tiene que comprar en las farmacias que están cerca de la institución, (haciendo un negocio redondo) causando una merma considerable a la familia del paciente y, aparte en algunos hospitales, tiene que pagar por la estancia y atención médica que requiera, saliendo muy elevado el costo para la mayoría de los enfermos que acuden a recibir atención médica o a consulta, se supone que en forma gratuita. (Pero sale como en la Feria, que va a ver de gorra a los artistas y después se lo descuentan de sus impuestos).

Y decimos que hemos hablado varias veces de esto porque cuanta ocasión lo hacemos todos prestan oídos sordos y nadie secunda la queja que nos hacen llegar los afectados, mucho menos atienden estas anomalías las autoridades que tienen la obligación de hacerlo.
Ayer estuvimos al filo de las once horas, en la Clínica Juan Escutia, de la SSN de ésta ciudad capital, en atención de una invitación que nos hizo una familia que en ella se atiende, y constatamos que todo lo que nos dijeron fue una copia exacta de su queja. El personal que ahí trabaja se dedica a devorar las viandas que piden por teléfono previamente, y a la vista de todos dan rienda suelta al movimiento mandibular que causa el engullir los diferentes platillos que a lomos de los sirvientes les acarrean, y reparten en horas que deben atender a usuarios, para consulta médica. Tratan de zafar la atención que se supone deben brindar a las personas, enviándolas a otras clínicas aduciendo que allá les corresponde, pero son puras excusas vanas que interponen para deshacerse de los pacientes y seguir con la sabrosa charla de chismes y de grilla, continuando con su atentísima actividad de comer y comer sin parar, como si tuvieran la enfermedad de la película italiana intitulada: La gran comilona.

Nuestra gente no tiene por qué aguantar los desaires que les hace el personal, cuando la premisa de este debería ser servir al prójimo con atención y cortesía.

Control Señores Control Nada nos cuesta prestar nuestros servicios con cortesía y amabilidad, con educación y sin altanería Pero en estos centros tal parece que la hueva y la tranza se han apoderado de aquellos que tiene como premisa: servir a sus patrones, a su pueblo, a su gente, al ser humano que lo solicita porque no tiene recursos para ir a donde los especialistas lo atenderían como si fuera rey porque les pagará contante y sonante Estos trabajadores deben cuidar su chamba, aunque sean basificados porque denigran a su sindicato que nunca les acuachará sus negligencias

311 145 -1881