ANTROPONOTAS DE NAYARIT: La educación Pública tiene una deuda con el pueblo de México

Raúl A. Méndez-Lugo

02 / Mayo / 2013

Desde la antigüedad hasta nuestros días, el hombre como individuo y como ser social se ha distinguido de sus semejantes por su concepción de la vida, es decir, las formas de pensar, las actitudes y las conductas que asume ante ella. Es en esta concepción de la vida donde se configuran originalmente los valores humanos, cuya interrelación entre estos genera la formación integral del ser humano como individuo y como ser colectivo.

El ser humano a través del tiempo ha construido su propia cultura, entendiéndose ésta, por una parte, como las formas de pensar sobre sí mismo y sobre su contexto, es ahí donde encontramos la ideología, la religión y sus creencias, en otras palabras, su forma de concebir y entender el mundo; por otra parte, la cultura se debe entender como las formas particulares en que el individuo enfrenta su propia realidad, generando sus modos de producir para poder subsistir y perpetuar su existencia, ocupando un lugar muy importante, el sistema de relaciones que se establecen entre los individuos para poder producir, subsistir y existir, ya sea como individuo, clase social, grupo étnico, pueblo o cultura históricamente determinada. De lo anteriormente descrito, podríamos decir que la unión entre las formas de pensar y las formas de producir se construye el modo de vida del individuo como ser social, cuya singularidad viene a constituir su cultura. Es en el contexto de la cultura de un individuo o de un grupo social, donde se pueden identificar los valores y éstos a su vez, constituyen una parte fundamental de sus rasgos culturales, es decir, los valores representan la esencia de su cultura.

Esta disertación plantea como hipótesis que el conocimiento, la enseñanza, la valoración y la puesta en práctica de los valores humanos en el proceso de formación del individuo, debe generar un escenario propicio para el desarrollo social y la prosperidad de toda sociedad en un tiempo y espacio determinado.

Los valores humanos, sin duda, se han ampliado conforme se estructura el universo y la complejidad que ha vivido la humanidad a través del tiempo; para estos momentos podríamos identificar más de una veintena de valores con nombres y significados diferentes, sin embargo, en esta ocasión hemos seleccionado los que consideré más importantes y que son suficientemente necesarios para explicar el tema del documento en cuestión.

El respeto, por ejemplo, es uno de los principales valores del ser humano, de donde se derivan otros valores no menos importantes, porque respetarse a sí mismo el individuo y entre éste y sus semejantes, incluye todos los ámbitos de la cultura, sus formas de pensar y sus modos de producir, es decir, el respeto tiene que ver con todo el universo del modo de vida de las personas y de los pueblos.

La justicia es un valor que está presente en el desarrollo armónico del individuo y de la sociedad, sin justicia el respeto se ve quebrantado y violentado, por eso el valor de la justicia está intimamente ligado al valor de la igualdad, sin igualdad no hay justicia y sin justicia no hay igualdad. Por esa situación, vemos en la actualidad que en los países donde se carece de una verdadera aplicación de la justicia los índices de desigualdad son muy altos, por lo tanto, las violaciones a los derechos humanos están a la orden del día, como es el caso de los países pobres de América Latina, África y Asia, lo cual no quiere decir que en los paises ricos no exista la injusticia, la desigualdad y la falta de respeto a los derechos humanos, como es el caso de los Estados Unidos de América, Francia, Inglaterra, China o Rusia.

Otros de los valores humanos que tienen una importancia fundamental en el bienestar de los individuos y de las naciones son la solidaridad y la participación. La historia no ha demostrado fehacientemente que la solidaridad es un valor imprescindible para el desarrollo integral de los individuos y de los pueblos, cuando este valor no se practica se pierde la confianza en el individuo mismo, muchas veces la esperanza del ser humano está fincada en la solidaridad de otros individuos, también esto se aplica entre los pueblos mismos, como hemos visto en casos de guerras, invasiones, epidemias, terremotos, inundaciones o cualquier episodio donde la desgracia y la injusticia se hace presente. La participación es un valor también muy importante en el contexto de la justicia y la democracia. Muchas veces hemos escuchado que sin participación no hay desarrollo ni bienestar, más aún cuando las sociedades sufren las consecuencias de las crisis económicas, sociales, políticas y ambientales, incluidos los enfrentamientos bélicos y los desastres naturales.

Actualmente, se habla mucho del valor de la honestidad, pues uno de los peores males que está sufiendo la humanidad es la corrupción en todos los niveles, la corrupción ha llegado a tal grado que los gobiernos invierten grandes cantidades de dinero para poder lograr que los funcionarios, líderes y sociedad en general se conduzcan con honestidad y transparencia, sin embargo, es muy poco lo que se avanza en este problema, pues seguimos viendo y sufriendo el enriquecimiento ilícito de nuestros gobernantes y líderes, el auge del crimen organizado, la violación de los derechos humanos traducidos en las injusticias contra los débiles y la discriminación racial, realmente cada tres y seis años soñamos con tener gobernantes y ciudadanos más honestos, pero pareciera que cada día nos alejamos más de ese sueño.

Por último, no quiero dejar de mencionar los valores de la responsabilidad, la tolerancia y la pluralidad. Para respetar, participar, ser justos, honestos y promover la igualdad se requiere indiscutiblemente del valor de la responsabilidad, se necesita hombres y mujeres más responsables y comprometidos consigo mismo y con la sociedad, solo de esa manera podremos avanzar a un estadio superior de la cultura, del individuo y de la humanidad, sin responsabilidad estamos convencidos de que el hombre y la sociedad se autodestruye, en ese sentido, la educación formal y no formal debe incidir permanentemente en el conocimiento, reflexión y práctica de los valores humanos. La pluralidad como valor nos exige necesariamente otro valor fundamental, la tolerancia, como es el caso de nuestro estado y de nuestro país, que tienen un carácter pluricultural, multiétnico y plurilingüe, donde la diversidad es la base de nuestra riqueza, nuestra historia y nuestro porvenir, por eso la pluralidad en nuestras formas de pensar y creencias debe considerarse el soporte para el progreso y el desarrollo armónico del individuo y la sociedad, sin pluralidad no hay respeto, ni justicia, ni igualdad, pero también debemos estar conscientes que la pluralidad política, ideológica y cultural requiere del valor de la tolerancia, pues muchos actos de justicia, de respeto, de políticas públicas, de negociaciones laborales, de contiendas electorales, de nombramientos de funcionarios y de acuerdos internacionales, la tolerancia ha servido como único elemento capaz para llegar a un resultado con alto grado de responsabilidad.

A manera de conclusión.
En primer lugar, es importante recordar que el fenómeno cultural del ser humano como individuo y como ser social no es todo lo que se observa a primera vista o aparentemente, sino la singularidad que presenta en su enfrentamiento con su realidad; en segundo lugar, se puede decir categóricamente que los valores humanos son manifestaciones específicas que forman parte de la cultura del individuo y de la sociedad de la cual forma parte y, en tercer lugar, es indiscutible que los valores son fundamentales para la formación integral del individuo, en consecuencia, si tenemos individuos formados de esta manera, tendremos una cultura que debe ser la esencia de una nueva sociedad más justa, más democrática, más próspera y con la calidad de vida que todo ser humano se merece.