REDESCUBRIENDO: Nuestros Hijos de Catherine Booth-Clibborn.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

24 / Mayo / 2013

Catherine Booth-Clibborn (1858-1955) fue la primera hija del legendario William Booth, fundador del movimiento hoy conocido como El Ejército de Salvación, y su esposa Catherine. Eventualmente, se le conoció afectuosamente como La Marechale, sobrenombre francés que reflejaba sus singulares dotes de liderazgo, valentía y carácter. Aunque estos rasgos eran evidentes en sus arduas labores como misionera británica en la entonces hostil capital de Francia, París, en ninguna área de su vida fue su liderazgo más evidente que en la exitosa formación de sus propios hijos. Catherine Booth-Clibborn no fue sólo una incansable misionera que tenía que viajar de continuo. De la escuela de estudio bíblico y el orfanato que inicio en París a la corta edad de 21 años, de ahí se traslado a Suiza, y después a Bélgica y Holanda. Para ese entonces había contraído matrimonio con Arthur Sydney Clibborn, un luchador social que fue atraído por la honestidad del movimiento que se enfocó en la rectitud moral, la enseñanza de las virtudes cristianas a los pobres y excluidos, y establecer múltiples proyectos a favor de los pobres y discriminados de aquella época y de reforma social. Orfanatos para criar las huérfanos, adolescentes rescatadas de la prostitución, escuelas para niños marginados, cocinas públicas para alimentar gratuitamente a multitudes hambrientas, campañas públicas contra el alcoholismo y la explotación de mujeres en tabernas y prostíbulos, eran sólo parte de la incansable labor que iniciaron años antes William Booth. Esta extenuante labro, realizada casi siempre en condiciones económicas precarias, siempre se acompaño con una presentación de las virtudes cristianas y de esfuerzos simultáneos por avivar la voluntad de las denominaciones de la época; en especial a la iglesia de Inglaterra.

La magnitud y rápida expansión del movimiento requirió de inusuales habilidades de planeación, visión y organización, y las halló en abundancia en William Booth y su incansable esposa. La Maréchale fundó un orfanato para niñas francesas desamparadas que supervisaba diligentemente. Hacia el fin del primer cuarto de siglo XX, Booth-Clibborn trabajaba aun sin cesar como misionera en Inglaterra, Europa Continental y los Estados Unidos. Era invitada frecuentemente para impartir cursos espiritualidad en iglesias diversas y eventos especiales. También continuaba dirigiendo al lado de su esposo –a esas alturas inválido por una enfermedad incapacitarte– los diferentes proyectos de labor social que habían iniciado en varios países. A pesar de todo lo anterior, los rasgos más llamativos del trabajo de La Maréchale en medio de aquel torbellino de responsabilidades fueron su continua devoción a la crianza de sus hijos, su profunda espiritualidad y sentido común práctico. (Énfasis añadido). Catherine Booth-Clibborn poseía una particular sensibilidad y sabiduría para criar –en el sentido más amplio y espiritual de la palabra– niños. Sus propios hijos fueron los primeros beneficiarios de esa sabiduría; pero mucho otros pequeños, a veces en encuentros fortuitos, a veces al venir a estar bajo la tutela directa de La Maréchela recibieron de aquella mujer lo que nunca obtuvieron en sus propias familias: sabio amor, educación y una crianza cristiana que hizo la diferencia para toda su vida. Un ejemplo remarcable fue el de una incorregible niña parisina de 6 años a quien Booth-Clibborn rescató de un ambiente de explotación. La incorregible llegó, al paso del tiempo, a ser una piadosa institutriz que dominaba tres idiomas. Posteriormente se casó y posteriormente regreso a su natal Francia como directora de un orfanato para niños callejeros. En distintas ocasiones durante su vida –aún antes de casarse y tener hijos– Catherine Booth-Clibborn recibió insistentes peticiones para escribir acerca de la educación de los hijos. Su sensibilidad y gracia para entender a los niños era evidente desde muy chica. La Maréchela, sin embargo, se resistió a escribir al respecto hasta después de haber tenido y criado a su propios niños y asegurarse de la eficacia de su método. Y eso fue exactamente lo que hizo una vez que vio a cada uno de sus diez hijos e hijas entregar su vida a lo espiritual y formar en ellos un sólido carácter moral. A los largo de los siguientes días, y en la medida de mis ocupaciones, pondremos a su alcance el libro completo de tan distinguida mujer y madre, transcribiendo un capitulo por día o por participación en este diario. Esta es la primera traducción adaptada al español del original en inglés Our Children. Espero que disfruten su lectura. Hasta la próxima. Conferencista y Terapeuta Familiar. Consultas 311 136 89 86