La Yunta: Existe aún la moral y las buenas costumbres

Por:
Oscar Zúñiga

27 / Mayo / 2013

¡Hijo e su! Durante los últimos años he seguido con interés las noticias relacionadas con la violencia que impera en el estado, indudablemente atraen mucho las fotografías de los sucesos y las personas relacionadas en estos hechos, y hasta ahora no he encontrado diferencias físicas entre las personas detenidas o asesinadas con las del ciudadano común y ordinario, es decir, estas personas dedicadas a la violencia deambulan entre nosotros, no se distinguen de los demás, puede ser mi hermano, mi primo, mi vecino, el primo de un amigo, etc., esta reflexión nos lleva a razonar que el problema no inició en el sexenio pasado, el problema inició cuando las personas dedicadas al narcotráfico nacieron.
¿Dónde fue el parte aguas en el que estos ciudadanos se alejaron de los principios fundamentales que nos gobiernan? ¿Tuvieron oportunidad de estudiar? ¿Son víctimas de la violencia familiar? ¿Quiénes fueron sus maestros en la primaria o secundaria, si es que estudiaron? Hay infinidad de preguntas y todas basadas en el por qué, por qué esa manera de agredir y de ir en contra de una convivencia sana y pacífica.

Si revisamos los antecedentes, encontramos que la edad de la mayoría de estas personas oscila entre los 16 y los 40 años, y de todos los estados y de diferentes estratos sociales, podemos decir que es gente que le gusta el dinero fácil, y que posiblemente muchos de ellos abandonaron sus casas buscando una vida mejor, y lo único que encontraron fue el camino fácil de la violencia.
Es muy cómodo señalar que el culpable es el docente, el policía, el juez y el gobierno en general, por múltiples factores, por ejemplo: el que no les inculcó los valores cívicos, aquel que se prestó a la corrupción y no detuvo a tiempo el inicio de una carrera criminal, aquel que sentenció a un inocente enviándolo a una escuela criminal que son los CE.RE.SOS, pero aquí hay otra cosa, ¿qué papel a desempeñar era obligatorio de los padres y los familiares? ¿Qué acaso nuestra verdadera educación no está en el seno familiar?
Por otra parte, la mayoría de los comentarios en las páginas de las redes sociales, se enfocan a tres temas en particulares, policías corruptos, gobernador inepto y gobierno inservible, pero ¿qué acaso la ciudadanía cree inocentemente que con derrocar a los actuales gobiernos de los tres niveles el problema se acabará de fondo?
O acaso cree que con la llegada en tiempo y forma de la policía para detener a los presuntos agresores, consignarlos, procesarlos e internarlos a un falso centro de readaptación el problema quedará consumado. O aquel iluso que torpemente afirma creyéndose Sherlock Holmes con su atinado comentario de pistas para la persecución de los probables indiciados.
En resumen, todos estos comentaristas ilusos y burdos no los mueve otra cosa más que el morbo y el mitote, esto con el afán de ser o protagonizar los chismes entre sus amigos, vecinos o anonimatos de la red, sintiéndose protagonistas al decir, yo vi, yo estuve o escuché, qué ignorancia, y esto habla de lo mal que estamos como sociedad.
Luego entonces, si derrocáramos al gobierno, si encarceláramos a todos los maleantes, me pregunto yo, ¿Qué vamos hacer con los millones de consumidores de drogas? ¿Vamos a ponernos una venda en los ojos? y esto solamente porque el consumidor es mi hermano, es mi primo, o es mi familiar, no queremos darnos cuenta del problema que radica en la demanda, mientras no ataquemos a estos millones de consumidores, llámese drogas, alcohol etc., todo el aparato gubernamental será ineficaz, porque no podemos delegar a nuestros gobernantes que rehabiliten a un drogadicto influenciado por una mala convivencia familiar.

Supongamos que elegimos gobernantes de mano firme, les aseguro que en cuanto afecte a nuestros intereses los empezaríamos a tachar de intransigentes y dictadores ¿Por qué? Pues muy fácil, cuántos no estamos impuestos a que nos condonen las multas de tránsito, a que nos condonen el adeudo del agua potable, cuántos también no vamos a recoger a nuestros hijos a la cárcel y solicitamos al gobernador o al Fiscal que nos condone la multa del ilícito cometido por nuestro o nuestros hijos.
Es por eso que creemos falsamente que por llegar nuestro compañero de primaria o un amigo con el que jugamos de chicos fut bol, o simplemente nuestro amigo a un puesto público tenemos derecho a la impunidad, ser intocables y la fama con nuestros vecinos que van acudir a rendirnos pleitesía, ya que nos apoyamos en la famosa frase AHORA SI

VIEJA YA CHINGAMOS, SEIS AÑOS DE MAMAR, acuérdate que somos amigos del gober, del preciso, del diputeibol o mínimo del comandante.
Quisiera pensar que estamos a punto de cambiar la historia de México, de no motivar que nuestra juventud viva en alucinación constante de vivir al margen de la ley, y me refiero a todos aquellos que andan jugando carreras en vehículos por las calles, a los que en el antro vieron al narco de moda, que magnifican que son amigos de fulano, de zutano y perengano, siendo esto presuntos criminales y malvivientes.

A las mocosas que les gusta llevar una vida de irresponsabilidad, liviana, llena de excesos enfocados a las drogas y al alcohol, e incluso aquellas que hasta se pelean por ser las novias del narco o los grupos criminales en el poder, ¿Qué acaso tendrán atole en el cerebro? O ¿son tan estúpidas para pensar que este ritmo de vida será eterno? ¿Dónde quedan sus padres en el desarrollo de estas conductas contrarias a la moral y a las buenas costumbres?
Los invito a reflexionar analizando las preguntas aquí formuladas con la firme idea de que nos quitemos la venda de los ojos y veamos la realidad desde su origen, ojalá y nos quitemos la mediocridad con la que vivimos, porque si bien es cierto, cada pendejo es libre de hacer de su vida una chingadera, que la siga haciendo pero no en México, pero bueno, quizás el más iluso y pendejo sea yo por pensar en esta cosas.