EL MOLUSCO : CHAMANISMO (4) AUSPICIANDO EL SILENCIO INTERIOR.

(Arturo J. soriano)

06 / Junio / 2013

Estamos dejando fluir nuestros pensamientoscómodamente sentados en nuestro lugar favoritola música suave llena de armonías nuestra habitaciónel ruido de la calle es cada vez menos notorio.nuestra mente sigue llenándonos de pensamientosnosotros simplemente permanecemos quietos en nuestro rincónno es necesario ni siquiera cerrar los ojosmuchas veces los ojos cerrados ayudan a tener una sensación de intimidad exclusiva y de paz, pero no significa que alguien con los ojos abiertos no sea capaz de entrar en la meditaciónLA RESPIRACION- Sin fijar excesivamente la atención, de modo que no nos tensionemos para nada, podemos empezar a poner atención a nuestra respiración dije poner atenciónno intentar controlarla. Sólo empezar a prestar atención a nuestro flujo respiratorio normal, sin intentar forzarla a ser más o menos profunda. Si bien las primeras veces no será tan notable, después de practicar esta clase de meditación unas cuantas veces, empezaremos a sentir que el aire entra y sale de nuestro cuerpo a su propio ritmo. Nuestra única preocupación, debe ser, no interferir con nuestro ciclo respiratorio. Esto suena muy simple, pero requiere de mucha práctica, porque en verdad, nos cuesta mucho llegar a hacer en forma consciente, lo que nuestro cuerpo hace en forma inconsciente, es decir: respirar sin que nadie lo controle. En ningún momento del día decimos: ahora voy a inhalar.ahora voy a exhalar

El ciclo respiratorio se cumple sin una intervención consciente de nuestra parte. Pero en cuanto nos dedicamos a prestar atención al ciclo respiratorio, enseguida queremos intervenir en él, y empezamos a respirar de esta o de aquella forma. Por eso, justamente debemos hacer exactamente lo contrario: No interferir con el ciclo respiratorio, sino, dejarlo hacer lo que él quiera. Atender conscientemente ese proceso tan natural que consiste en que el aire entre solo y salga solo de nuestros pulmones, ya es en sí, una experiencia maravillosa que atrapará nuestra mente y la empezará a desactivar de tanto pensamiento y de tantas palabras. Con la práctica, comenzaremosa sorprendernos de qué poco aire se necesita cuando uno entra en un estado de relajación y serenidad. Hasta es probable que las primeras veces que tomemos consciencia de esto, nos asustemos. Porque en un estado de relajación, cuando uno comienza a dominar la práctica de no interferir con la respiración, se puede comprobar que por momentos el aire es exhalado y nuestro cuerpo permanece por eternos segundos sin volver a inhalar. Hasta que de repente sin ninguna ansiedad, ni violencia, el aire entra de nuevo y llena nuestros pulmones gozosamente, para luego volver a salir en una especie de danza, que no necesariamente tiene un ritmo regular. La respiración libre no se basa en INHALAR –PROFUNDAMENTEEXHALAR FUERTEMENTE, como si un tambor marcara el ritmo. Por el contrario, suele suceder que a una corta exhalación, siga una pausa, luegouna inhalación profunda, después, un momento de quietud y un reiniciarse del ciclo, sin que necesariamente a una inspiración profunda, deba seguir una exhalación profunda. Concentrados en esta maravilla del ciclo de la respiración, nuestra mente comienza a perder el sentido de ese dialogo interior, que jamás se corta. No quiere decir que uno deje de pensar, pero ese río de palabras que cruza nuestra mente, empieza a no distraernos, a no ser importante, a no reclamar nuestra atención. Es decir, la mente, empieza a comportarse como nuestra respiración. No deja de pensar y de producir palabras, pero ellas entran y salen sin que este movimiento nos obligue a estar nos obligue a estar pendientes de la realidad que nos rodea. Mientras tanto, estamos en estado de relajación. Si hemos decidido meditar dejemos que nuestra atención esté puesta sin tensión, en seguir nuestro ciclo respiratorio; nuestra mente está distraída, con ese ciclo y sin dejar de producir palabras y pensamientos, ya no nos reclama la atención y nuestro cuerpo está relajado en una posición