AHÍ ESTABA EL PERRO EN EL ARROYO DEL INDIO

Por: Olegario Zamudio Quezada

16 / Julio / 2013

Ese día del torrencial en el arrollo El Indio, en el corral de la casa rostizamos pollos, el deleite y disfrute tardó más de una hora y media, así es que esa tarde del seis de julio, pasó la espera, la lluvia y el ruido de las sirenas constantes por el boulevard Tepic Xalisco.


El ululariba y venía, mientras nuestro vecino Fernando platicaba con su amigoAdrián que vive en Xalisco y es trabajador de correos, más como la carnicería es el punto central de todas las noticias de la colonia, no faltó mi hermana y llevó la noticia que había caído una tromba en Xalisco y había inundación.

Adrián desde lejos, escuchaba la plática de mi hermana y el carnicero lo cuestionó, Escuchaste compa lo que está diciendo la maestra y sin mediar palabra, se fueron los dos acompañados de Augusto mi sobrino, fueron a Xalisco para ver que sucedía.


Los hijos y esposa de Adrián estaban en Tepic en una piñata en esos momentos, narra Esteban cuando llegamos a Xalisco las mujeres gritaban histéricas, llorando desesperadas pidiendo misericordia a Dios, la casa del Adrián nunca la encontramos desapareció como magia, queriendo reanimarlo le dije, No te preocupes compa mientras que tu familia este a salvo y bien, la casa que se la lleve el arroyo, noliase nosotros de alguna manera te ayudaremos


Esteban, aún impresionado platicaba, maestra que bueno que nos dijo lo que sucedía, ni cuenta nos hubiéramos dado, cuando llegamos cerca donde estuvo la casa de mi compa, todavía pasaba el agua, los palos, las vacas, una góndola y hasta un carro blanco, como que iban volando bien machin, nunca habíamos visto eso.


Mire, vaya y vea como quedó, me comentó mi hermana que, fuimos Doña Chela esposa el carnicero y yo a la calle Monterrey con Doña Choco mamá de Alfredo amigo en la colonia y ahí estaban en la casa de él, sorprendidos aún el Adrián y su familia,paraditos desarticulados del rostro viéndose unos a los otros, se quedaron sin todo, incluso sin la lavadora misma que acababa de comprar fiada, lavaba y que secaba, comentaba la esposa de Adrián.

A la esposa del carnicero le dije, hay que pasar por el canal pero rápido, no vaya regresar el agua, llegamos a la casa de doña Choco de setenta y dos años, entre llanto nos platicó, estábamos comiendo festejando que el niño había salido de sexto año y escuchamos un estruendo, salimos haber que sucedía y vimos pasar el agua, palos, vacas, carros, Alfredo mi hijo nos ordenó rápido, agarren a los niños y llévenlos a la planta alta, pensaba la doña que era el fin del mundo.


Me platicaba mi hermana, Alfredo un día después me abrazaba y lloraba como atribulado, asustado la gente quedó en el lodo, corrí como pude arriba para hablar y pedir ayuda para sacar a la gente del lodo, todos se solidarizaron, les gritaba los que nos hablábamos y hasta los que nunca nos hablamos, todos nos apoyamos a sacar a la gente que estaba varada.

Me dijo que un día después le comentó hasta ahorita comí y me bañe y hasta ahorita me están entrando los nervios, antes no tuve tiempo para eso, solo pensaba en rescatar y rescatar y rescatar, apenas me estoy dando cuenta de la realidad de la desgracia que vivimos.


Cerca de la casa de doña Choco en la primera casa del canal, en la banqueta estaba Don José de ochenta y dos años sentado en una sillita, su barda colinda con el canal, le pregunté si se le había metido el agua y me contestó, se metió el lodo, como pude me subí a la planta alta, Alfredo y otro muchacho me sacaron cargando.


Ya el arroyo seco y vacío solo con las maquinas trabajando en ese lugar del canal, estaba tan solo un perro café que ni nos ladró cuando pasamos a su lado, me comentó mi hermana profesora que le dijeron los vecinos, que debajo de donde estaba el perro, había un cuartito como de dos por dos, un cuartito de puros ladrillos y unas láminas galvanizadas, ahí vivía un señor que vivía solo, ahí vivía un viejito que era el dueño del perro café, antes de partir de regreso gire y vi al perro, ahí estaba, no se movía del lugar.