EL MEDIO AMBIENTE

25 / Julio / 2013

Hombre: Aunque ya me conoces, permíteme presentarme: Soy el ambiente natural, soy el equilibrio de la naturaleza que guarda la pureza de las aguas fluviales y marinas.

Soy quien hace posible la existencia de variadas y ricas especies marinas tan apreciadas por tu paladar. Soy el viento húmedo que acaricia y refresca tu cuerpo en el caluroso estío. Soy quien hace brotar la simiente en los campos y quien engalana la floresta.


Soy el aire que respiras y el agua que sacia tu sed. Soy el árbol en cuya sombra reposa plácidamente el campesino después de dura jornada; en mi follaje los pajarillos cantan la gloria del ser supremo.

Soy el agua cristalina de los serpenteantes arroyos, tan gratos a la vista y a tu espíritu; el rio tumultuoso que reparte vida y a tu espíritu; el rio tumultuoso que reparte vida por todo su cauce.

Soy el cielo azul, sedante y límpido y por las noches, soy su traje obscuro y tachonado de estrellas. Soy el trigo que te alimenta, el cervato que nace y la fragancia de los bosques.

Después del creador, el hacedor de la vida, yo soy.

¡Hombre ingrato!; me debes tanto y me pagas tan mal. Ensucias el aire, envenenas el agua; los peces que debían ser tu alimento perecen por tu criminal descuido.

Los mares; riquísima fuente de alimento y de solaz para ti, reciben diarias descargas de letales deshechos industriales que acaban con la fauna y la flora marina.

El sucio petróleo; el llamado oro negro; ¡que diera porque ya no tuvieran importancia industrial! Mis aguas, antaño transparentes y vivificantes, se tornaron viscosas y mortales para todo género de vida; mis cielos, antes de un azul esplendente, hoy parduscos e irritantes para tus ojos.

Donde brota el tal petróleo no vuelve a crecer la hierba; acaba con el verdor de mis campos y con la vida de las pequeñas criaturas de dios.

¡Insensato de ti, hombre! ¿Es que quieres el infierno del Dante en la tierra? ¿Acaso quieres morir en medio de espantosa agonía, por la ingestión de pescado procedente de aguas contaminadas? ¿Es que deseas que tus hijos vengan al mundo ciegos o inválidos?

No, creo que no lo deseas; aún sabes lo que te conviene. Entonces aleja de ti y de tus descendientes ese peligro y no me agredas mas con como lo estas haciendo. Sé consciente de la grave amenaza que entraña para tu salud la contaminación ambiental y actúa en consecuencia.

Busca y encuentra la manera mas efectiva de no envenenar el agua y el aire; ¡hazlo pronto, urge una acción enérgica para evitarlo!

Si no lo haces con la premura deseada. ¡Recuerda, hombre!, que si un día te di la vida ¡También puedo darte la muerte!


Profr. José Luis Lara Orendaín.