En Estación Yago vivimos como puercos de tanto mendigo charco: Pancho Cazares

30 / Julio / 2013

Por José María Castañeda

SANTIAGO.- Francisco Cazares Hernández del poblado de Estación Yago, quien es delegado de Sanidad Vegetal, dijo amargamente que En Yago vivimos como los puercos, hay charcos que se pueden llevar seis o siete góndolas de grava, sin embargo somos el ejido más rico del municipio dicho lo anterior en materiales.

Yago, tiene manantiales de agua de consumo humano, tenemos material pétreo para vender tenemos maderas preciosas y tenemos hasta minas de oro que no son explotadas; todos tenemos una góndola, que según eso está al servicio de nosotros pero queremos que por tu conducto a Yago se le dé la atención necesaria para que ese problema se pueda resolver, ya que Yago está en el más completo de los abandonos

-Pancho, ustedes hablaron con la Senadora Margarita Flores que les dijo, la Senadora nos dijo que iba a poner atención a todos los problemas de Yago. Yo -dijo el entrevistado-, soy un hombre Perredista al cien por ciento; y quiero que a mi comunidad se fijen en los candidatos que vienen próximamente porque ya no podemos soportar que nos den un globo o una despensa, o algo nana más un cariño para darles el voto a ellos queremos hechos queremos hechos y queremos que nos resuelvan este problema ya que es importante para todo el pueblo.
El comisariado ejidal -que dice Pancho- se la pasa durmiendo en sus laureles, no sabemos que piensen ellos; porque el ser comisariado ejidal, es como un presidente municipal que debe de ver por su pueblo, y más ahí que en Yago queremos vivir como la gente esto no es una calumnia, es un clamor general, porque ya no podemos vivir como estamos viviendo como los puercos. Insistió en la frase. Entre el agua y es que en las calles hay charcos que requieren de por lo menos 7 viajes de grava para poder cruzarlo, y se requiere atención luego que únicamente el Dr. Manuel Narváez se ocupó de llevarnos algunas góndolas de grava hace algunos años, de ahí en fuera todos se han olvidado de las penurias que pasan las amas de casa y nuestros hijos al cruzar esos enormes charcos. Dijo ya para entonces un iracundo Francisco Cazares.