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EL DIABLO Y SU CALABACITA: En memoria del Quimichis
Por: Olegario Zamudio Quezada
13 / Septiembre / 2013
Hoy comí albóndigas con zanahorias, tenia mucho que no las comía, así con ese sazón con que las hacia mi ama muy ricas, yo le caía bien a mi ama por ello creo ella me las hacia, por supuesto, ella también me caía bien, mi amiga Elenita me las invitó, también me invitó de postre una rebanada de calabaza recién orneada y al morderla me puse una quemada de los mil perros, como la que se puso el mismísimo diablo, según cuenta la mitologia.
Después de ello,salí a la calle y me detuve a contemplar el cause del rio Mololoa a la altura de la Prisciliano Sánchez y por extraño que parezca, de manera sinuosa, flotaba en el cause una calabacita, se veía tan tierna, tan dulce, tan linda toda ella y tan tentadora de atraparla, pero me detuvo saber que esa calabacita podría ser como la que mordió el diablo.
Hoy me reuní con algunos amigos de mi generación de juventud, entre platicas coincidíamos, que ahora nosotros somos los papas ylos abuelos, en síntesis pues, ahora los viejos somos nosotros, le comentaba esto a Tomás Pérez Ruiz, le referí que es más poco el tiempo que nos restaba por existir, que el tiempo que ya llevábamos vivido.
Me ilustraba Tomás, que en la vida peregrina, el hombre cuando llega a adulto, ineludiblemente habrá perdido dinero, amistades, los hijos, los padres y hasta los abuelos, lo único que debemos de ser cautelosos de no perder, -me comentaba el líder social- con su mirada fija y su mano derecha al aire, lo que no debemos de perder, es el carácter, con el que habremos de caminar toda nuestra vida.
Hablando y refiriéndose a la autodenominada generación flamígera, cuando somos una comunidad -me comentó- y además nos apreciamos de ser un grupo consolidado, cuando un miembro de esta comunidad se enferma o muere, no se enferma el simplemente, se nos enferma a todos, no se muere el en simple, se nos muere a todos en las manos, porque pudiendo ser y hacer algo por el, no seriamos capases de mover un solo dedo.
En la charla le explique, que un día hace un par de años el Locutor Ordoñez me invitó a comer a su casa, me dijo que se sentía mal, por las cosas que le acontecían y repercutían en su ánimo, -me dijo-, creo que en ocasiones como que pierdo la sensatez y estoy casi seguro que me iré agravando, si así llegara a ocurrir, te pido que no me abandones, rescátame para que me atiendan, me lo comentó con su mirada al firme y su semblante formal y serio.
Nunca se me olvidó lo que me dijo el Locutor, porque como dicen irónicamente mis viejas amigas, que tienen ellas bien seguro que un Olefante nunca olvida, así pues, todos y cada uno de nosotros tenemos un tiempo un lugar y un espacio en la vida propia y si es cierto que debemos de hacer un esfuerzo permanente por vivir y bien, al mismo tiempo, debemos de luchar porque todo el medio social en el que cohabitamos sobreviva.
Flamígera generación, se autodenominan varios amigos ahí presentes en esa reunión, reunión de la carne asada al carbón, las cervezas y los plátanos enmielados, ahí estábamos todoscompartiendo el deleite de los concurrencia citada, que en la medida que incidíamos en el tema generacional se mostraban serios.
Así pues, lo que empezó por ser un tema y una reunión jacarandosa, noble, agradable y generosa, término siendo como el diablo se la interpretó a sus congéneres cuando vio la calabacita en el rio, ahí como la ven a esa calabaza navegando en el agua fría de la tarde, su alma esta que arde.