Con visión ciudadana: El implacable poderío de la naturaleza

Enrique Vázquez Coronel

19 / Septiembre / 2013

No cabe duda que la fuerza más destructiva después del ser humano, es la propia naturaleza, los humanos osamos sentirnos superiores a Dios y a la madre naturaleza, pero una y otra vez nos demuestran nuestro error, los implacables azotes de la madre naturaleza en últimas fechas deberían servirnos como lección de humildad y de humanidad, pues afortunadamente ante los eventos catastróficos, la sociedad mexicana sabe responder con la mano amiga, saca el espíritu solidario que cotidianamente se encuentra guardado en lo profundo de nuestro ser, aunque bueno esto no ocurre en todos los casos y para muestra las lamentables imágenes de la rapiña que se suscita en los centros comerciales de Guerrero donde la situación de emergencia es de las más críticas del país.

En verdad es lamentable estas expresiones de humanidad que tristemente se suscitan cada que una tragedia como esta rompe por completo la facultad del estado de hacerse sentir en determinado territorio, la anarquía no hace sino restar su calidad humana a las personas y esto no es privativo de la sociedad mexicana como algunos malinchistas quieren hacer creer en cualquier lugar del globo donde se limite la capacidad del estado, ocurren estas barbaries, mismas escenas se pudieron apreciar en la ciudad norteamericana de Luisiana cuando fue golpeada por el huracán Katrina, lo peor del caso es que ni siquiera lo hacen para satisfacer necesidades básicas de alimento o cobijo no la rapiña se dirige principalmente a artículos electrodomésticos que ningún uso tendrán para ayudarlos a salir de la tragedia.
Dejando el asunto de la rapiña por un momento, lo verdaderamente asombroso del asunto es la violencia y rapidez con que azotaron las costas mexicanas los dos meteoros climáticos atacando por ambos flancos y dejando al estado mexicano tratando de responder de la mejor manera para ayudar a todas las personas que se encuentran en desgracia, y es que ciertamente la fuerza que dejaron caer sobre el territorio mexicano no había sido vista en los últimos años, fuerza que es quizá comprable con aquel devastador huracán Kena que destrozó el territorio nayarita sin piedad alguna, tal como Manuel e Ingrid hoy flagelan a nuestros connacionales.

No queda sino hacer gala de la solidaridad que nos caracteriza como mexicanos, y brindar una mano de ayuda a nuestros hermanos, ayer fueron nuestros vecinos de Xalisco los que se vieron en desgracia y hoy son nuestros compatriotas de otras latitudes, lo importante es pues no dejar pasar la oportunidad de apoyar al prójimo, pues hoy son ellos mañana podríamos ser nosotros, mañana que no debiéramos ver muy lejos pues, precisamente el huracán Manuel ha tomado un segundo aire y amenaza con azotar ahora territorio nayarita en su paso hacia Baja California.

A los mexicanos nos llueve sobre mojado, si no es la adversa situación económica internacional afectando nuestro modo de vivir, o los manifestantes causando caos vial e incomodidad, prácticas de gobierno cuestionables o azotes a la economía familiar con reformas que gravan el consumo, el panorama se torna de un gris tormenta que no necesariamente se debe a los meteoros climatológicos, no queda sino tomar el trago amargo y seguir viviendo.