Germán Rodríguez narra cómo fue su salida de la Procuraduría General

* Por primera vez, a un año y ocho meses de distancia, indica: no tengo nada que reclamar, salí por mi propia voluntad y de buena manera. No hubo presión ni amenazas, pero no iba a estar nomás de firmón. No podía trabajar así.

25 / Septiembre / 2013

Por Oscar Verdín Camacho

Un día, en la última semana de enero del 2012, un policía estatal trasladó a su domicilio a Javier Germán Rodríguez Jiménez, momentos después de que presentara un permiso por seis meses como procurador General de Justicia, en común acuerdo con el gobernador Roberto Sandoval Castañeda. Pero ambos sabían que no volvería al cargo.

A Rodríguez Jiménez se le insistió que tuviera, siquiera por un tiempo, personal de seguridad a su lado, pero se negó. No necesito. Me era incómodo. Por el contrario, pidió a los ocho policías que tenía asignados se pusieran a disposición de sus superiores y remitió también dos vehículos, uno de ellos blindado.
Ningún agente quedó a su disposición por decisión propia.
A un año y ocho meses de su salida de la Procuraduría General, ahora Fiscalía General del Estado (FGE), el ex rector de la Universidad Autónoma de Nayarit y ex magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia cuenta a este reportero su experiencia durante los cuatro meses que permaneció en el cargo.

Era un reto en mi vida profesional y una oportunidad de servir, algo que me alentaba. Yo no anduve en la campaña con Roberto, no tenía ninguna relación con él pero un día vino, ya electo, y me invitó. Fue lo más sorprendente porque a lo mejor había otros con más méritos que yo.

Javier Germán Rodríguez bebé una taza de buen café.
Al principio, recuerda el ex procurador, todo iba bien, pero con el paso de los días empezó a notarse una actitud de mucha ingerencia de parte del subprocurador de ese tiempo -Édgar Veytia, ahora titular de la Fiscalía General- y no la acepté. Yo estoy impuesto a ejercer en plenitud un cargo y asumir una responsabilidad si las cosas salen mal, pero si van bien decir: ‘bueno, hice un esfuerzo’.
Rodríguez Jiménez puso al tanto de la situación a Roberto Sandoval y le planteó su renuncia.
El gobernador fue a la Procuraduría y hablamos –el encuentro fue el 24 de enero del 2012, de acuerdo con una nota de este reportero-. No me hice el mártir, no hubo recriminaciones. Le dije que de plano no podía trabajar así, que no era mi formación, que no iba a estar nomás de firmón.
El gobernador le pidió que no renunciara y acordaron una salida política: un permiso de seis meses. El nueve de julio del 2012 le entregó la renuncia en definitiva.

No me arrepiento porque era congruente como he sido toda la vida. No tengo nada que reclamar, salí por mi propia voluntad y de buena manera. He saludado varias veces al gobernador. No me corrieron ni estoy resentido. No hubo presión ni amenazas. Pude optar por cerrar los ojos como si no pasara nada y a lo mejor me hubiera ganado hasta reconocimientos, pero no es mi forma de ser.

Rodríguez Jiménez indica que con Veytia no hay ni pleito ni amistad. E incluso le reconoce que gracias a su labor disminuyeron las matanzas de hace unos años.

Cuestionado sobre qué tareas pretendía poner en práctica en la entonces Procuraduría General, responde que de entrada tenía dos: abrir frentes contra la corrupción y una capacitación inmediata a todo el personal, que llevaran a mejores investigaciones y en la integración de las averiguaciones previas por parte de los agentes del Ministerio Público. Pero no hubo tiempo.
Javier Germán Rodríguez habla con este reportero en su oficina de la notaría pública 17, de la que es titular.
Es maestro jubilado de la Universidad Autónoma de Nayarit, en cuya carrera de Derecho impartió diversas materias durante 34 años, como Teoría General del Proceso, Introducción al Estudio del Derecho, y Amparo. Son incontables los abogados que fueron sus alumnos.
De eso vive, y de su trabajo notarial, indica.
No soy de grandes capitales, nunca lo he sido, finaliza en un encuentro sin previo aviso.