EL ITACATE: Y, COMO DICEN LOS NIÑOS (AS): ¿Y POR QUÉ?

Por Agustín Almanza Aguilar

16 / Octubre / 2013

Es muy conmovedor observar a la gente ir y venir por las calles; reír y gesticular –a veces acompasados con enfáticos aspavientos-, sentados en las plazas públicas, a ancianos; el encontrarse con las miradas de esos chiquitines, aún en carriolas, que le envían a uno grandes mensajes de sinceridad y luz interna. Pero también es despreciable el toparse con locos del volante, con enanos mentales que se ostentan como parte del gobierno, o bien clérigos fanatizantes y sectarios fanatizados; es doloroso ver a esos dementes, casi desnudos, en las esquinas, deambulando con eternos discursos que nadie –ni ellos mimos-entiende. Todo esto y más forma parte de un día en la vida Pero lo que brota filosóficamente, ipso facto, es que casi nadie, salvo una minoría, se pregunta sobre el cómo y porqué llegó a existir el ser humano, y toda la naturaleza y el universo entero.

Además, el por qué no nos conocemos real e íntegramente. Ignoramos, desgraciadamente, el mecanismo fundamental de nuestro organismo; somos un enigma cósmico viviente.

Esto viene a colación con motivo de los recientes otorgamientos del Premio Nobel, en nuestro caso y tema, de Medicina y Física. El primero citado fue para dos estadounidenses y un alemán, James E. Rtohman, Randy W. Schekman, y Thomas C. Südhof, respectivamente, quienes descubrieron los principios moleculares que gobiernan el cómo envían las células su material, con precisión, al lugar y a la hora correcta. El sistema de transporte molecular de las células, que se realiza en pequeños paquetes, llamados vesículas. Este proceso es crucial para la forma en que se comunica el cerebro, en la liberación de las hormonas y en parte del sistema inmune. Se trata de una maravillosa organización. Un excelente trabajo que permitirá entender esa parte del funcionamiento del cuerpo humano, que ya había empezado allá por los setentas, con el científico Randy (aquí citado). Se trataba de comprender cómo las células se comunican entre ellas en el cerebro. Se sabe ya que para que pensemos, actuemos o sintamos, nuestras neuronas deben comunicarse, y ello ocurre gracias a lo que se conoce como sinapsis, uniones especializadas que permiten a las neuronas intercambiar información en cuestión de milisegundos, se lee en el sitio del laboratorio o de Südhof, de la escuela de medicina de la Universidad de Stanford.

Estos trabajos de mucho servirán para estudiar diversas enfermedades como el Alzheimer, el Autismo o la Diabetes, y ello en base al fenómeno de una ineficiencia en la trasmisión informativa, que no ocurre en el momento adecuado y preciso.

Ahora, agreguemos otro ingrediente a nuestro licuado: el Bosón de Higgs.

Este asunto de la ciencia de la Física se viene ventilando desde el 20102, y se trata de una partícula elemental que fue propuesta teóricamente ya en 1964 por Peter Higgs para explicar la razón de la existencia de masa en las partículas elementales. Sus rastros físicos fueron descubiertos por científicos de la Organización Europea para la Investigación Nuclear.

Pues bien, la presea Nobel fue este año para el propio Higgs (británico) y para François Englert (de Bélgica), ya que sus trabajos permiten entender mejor el origen del universo.

Se trata de lo que se ha llamado escurridiza partícula de Dios, el Bosón, que, junto con otro tipo básico de partículas elementales, los Fermiones, se manifiestan en la naturaleza. El Bosón era algo así como el Eslabón Perdido para comprender el funcionamiento de la masa, esa medida de la materia que contiene algo así como una flor, un animal, o un ser humano

Se nos informa que el Bosón se origina en un campo invisible, el cual llena todo el espacio –el universo no está vacío, existe una materia oscura-. Pues bien, en el contacto con este campo de partículas adquieren masa. La teoría de los ganadores del Nobel describe este proceso.

Nos preguntamos, para finalizar: ¿Qué había antes del Big Bang? ¿Nada? ¿De la Nada brotó la materia, la luz?...

FINIS TERRAE: Como nos preguntan nuestros niños (as): ¿Y por qué?...