SANTA MARÍA DEL ORO, UNA SOLA RUTA

Por: Olegario Zamudio Quezada

17 / Octubre / 2013

El treinta y uno de enero del dos mil diez, fue en Tepic Nayarit una fecha sangrienta y funeraria, día fatídico por la Avenida Insurgentes a la altura de la CMQ, se enfrentaron dos bandas de integrantes de la delincuencia organizada, se balearon entre los civiles que transitaban por ese lugar, entre los heridos estuvo el hijo del dueño del hotel Real de Don Juan.

Durante ese enfrentamiento, en el suelo quedaron tiradas armas de delincuentes muertos, entre las que se contaban varias de grueso calibre como las llamadas Barret lanza misiles, también quedaron cadáveres, a ese bautismo social de sangre, le siguieron muchos baños mas de muerte por todos los puntos cardinales, no solamente de Tepic, también por todo el estado.

La Policía Municipal de Tepic que dirigía Edgar Veytia, misma que no se regia, ni obedecía la consigna de llegar veinte minutos tarde a los enfrentamientos, en ocasiones llegaba en medio del tiroteo y era parte de las balaceras y de las detenciones, algunas ocasiones la Avenida Victoria estuvo taponeada por este echo, desde la Ures hasta la calle san Luis.

Básicamente esa anarquía social, sucedió porque no había unidad consolidada en una sola figura de seguridad, ni siquiera lo había en el mando único estatal, ya no se diga con las otras instituciones federadas, por ello los delincuentes andaban como San Pedro por su casa en Nayarit.

Un controvertido periodista panzón que gusta andar en motocicleta, me dijo un día: cuando la casa hogar, lo dejas en el abandono y sin la atención debida, brota y crece la mala yerba, anidan las cucarachas y las ratas, ese fue el caso de Nayarit en el sexenio anterior.

También por estos hechos delictivos, vimos que periodistas sin escrúpulos, vendían imágenes de los cadáveres, se lucro con la muerte y la vendían sin rubor como pan caliente en noticias, con ese dinero le llevaban diario el pan de cada día a sus hijos, un conocido dueño de portal de noticias de Nayarit en internet, me alegaba que sus hijos tenían que comer, le conteste, yo no te digo que no coman tus hijos, lo que te digo es que comen carne de muerto.

Llego a tal grado los enfrentamientos en los tiempos del sexenio anterior que los anfiteatros eran insuficientes, tuvieron que comprar un termo King de tráiler para guardar y conservar los cadáveres para que no se les pudrieran, la muerte era el gran negocio, se hicieron ricos los funerarios.

Ahora con la llegada de Roberto Sandoval, según fuentes de la nota policiaca, los secuestros han bajado hasta en un noventa por ciento, los enfrentamientos en la calle bajaron de intensidad, los muertos, nuestros citadinos muertos, por causas de narcotráfico disminuyeron de manera sentida.

Es más, la detención más importante que se ha realizado en lo que va del gobierno de Enrique Peña Nieto, se realizó en Tepic Nayarit, fue la detención de veinte seis integrantes del grupo autodenominado Zetas, el crédito de su detención real, fue de la Fiscalía General del Estado, aunque luego, este crédito se quisiera compartir con las fuerzas armadas de tierra y de mar de la entidad.

Ahora dan visos de una narco fiesta en Santa María del Oro, pero la pregunta queda en el aire, según la INTELIGENCIA cuales son los nombres de los narcotraficantes que acudieron a esta fiesta, cuantos de ellos detuvieron, del enfrentamiento donde están los carros baleados, de los policías que detuvieron donde están las armas que traían y las fotografías del momento de la detención donde están, para observar si estaban vestidos de civil o llevaban el uniforme reglamentario.

Pero más allá de las puyas que dejan entrever, elementos del ejército de la marina y las fuerzas estatales, los nayaritas tienen claro, haber quedado asqueados de tanta muerte, desolación, incertidumbre, ahora respiramos un clima de más avenencia social y esto gracias a la política y estrategia del nuevo gobierno De la Gente y de los tanates y estrategia de quienes integran la Fiscalía, aunque debemos ser consientes de una cosa, que la delincuencia, como la cosecha de mujeres, nunca se acaba.