Lo que no sabías de las calaveritas del Día de Muertos

01 / Noviembre / 2013

El periódico tapatío El socialista podría ser el primer medio en publicar los versos del Día de Muertos; estas rimas fueron víctimas de censura, y pasaron por cantores callejeros que recitaban estas sátiras.

Aunque las calaveritas son hoy un reto a la creatividad popular, es imposible saber la fecha exacta en la que surgieron estos versos que retratan y se burlan de la muerte.

Ya en 1849 el periódico El socialista, editado en Guadalajara, Jalisco, publicó calaveritas. Sin embargo, fue a fines del siglo XIX cuando estos versos iniciaron su fama publicados por la imprenta de Vanegas Arroyo, acompañados de las icónicas ilustraciones de José Guadalupe Posada, que exhibía a los ricos, con sus prendas ostentosas sobre apenas huesos.

Previo a este momento de auge para la industria de la prensa mexicana, al parecer hubo versos censurados y confiscados por el gobierno de la época de oro del Porfiriato.

En el país ocurrían profundos cambios sociales y los sectores populares se encontraban bajo represión, no era casualidad el gran éxito que tenían las calaveritas, que se difundían entre personas de todos los sectores sociales, que las aprendían de memoria. Le permitía al pueblo expresarse y consolar la situación que vivían.

Los juglares de La catrina

El trabajo Las Artes Populares en México, del artista plástico Gerardo Murillo, conocido como Dr. Atl, reproduce un artículo de Nicolás Rangel, publicado en Revista de Revistas, quien relata cómo el taller de Vanegas Arroyo tiraba decenas de versos con estos temas.
Los rapsodas de callejas y plazuelas, que, con la música más en boga, cantaban los versos que salían de las prensas, dice el documento.

Han pasado más de 200 años, las calaveritas sigue siendo una tradición popular entrañable durante estos días, en los que el mexicano usa su creatividad para crear versos cómicos y burlarse de cualquier figura o suceso que desee, con el juego de la muerte.

Hoy estas rimas son casi inseparables de las escenografías y altares de calaveras de azúcar con ojos de papel brillante, pan de muerto y papel picado.