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REDESCUBRIENDO: El movimiento democrático de Francisco I. Madero.
Por: José Miguel Cuevas Delgadillo
20 / Noviembre / 2013
Francisco I. Madero nace en Coahuila en 1873. Hombre con una preparación adelantada para su época, realizó sus estudios en Estados Unidos y Europa. Proviene de un estrato económico alto. En algunos momentos de su vida se vincula a la masonería y posteriormente al espiritismo. Al adherirse al espiritismo, Madero inició una búsqueda interminable dentro del mundo de los espíritus para interpretar su entorno inmediato, se acercó al espiritismo científico o alto espiritismo. En esta corriente podemos encontrar sociedades que se dicen filosóficas, teológicas, científicas o benefactoras. Reciben nombres bonitos que apelan, en la mayoría de los casos, al intelecto. (J. Cabral, 1984) Esta corriente místico-filosófica tiene mucha influencia en la vida cotidiana de la persona que la práctica, y tiene fuertes énfasis en la invocación de personas que ya no existen para ser guiados en la vida presente. Se manda traer del más allá a un personaje importante para cuestionarlo y recibir instrucciones adecuadas para actuar correctamente. Este tipo de prácticas fueron muy comunes en toda América Latina en el siglo XIX, donde los participantes se reunían en clubes discretos para gozar de las visitas espirituales de políticos finados y poder resolver toda duda en cuestiones de política; además de hacer sus prácticas místicas (en la mayoría de los casos para invocar a algún político) sus aulas eran verdaderos laboratorios democráticos en los que sus miembros practicaban la política, ejerciendo su soberanía como ciudadano. (Bastian, 1993) Es probable que Madero haya tenido fuertes vínculos con esta filosofía espiritual. Madero se vinculó a la política mexicana para defender sus propios ideales y en 1910 es candidato para la presidencia de la república; pero su participación fue manchada por un fraude electoral y decide levantarse en armas para hacer valido su triunfo democrático. Con su lema conocido: sufragio efectivo no reelección pretendía derrocar al General Porfirio Díaz. Por su parte, Pascual Orozco y Francisco Villa, maderistas en ese tiempo, deciden tomar Ciudad Juárez, contradiciendo las instrucciones del mismo Madero.
Por todo el país los maderistas y los alzados de Zapata (los zapatistas de Morelos) estaban dispuestos a pelear hasta derrocar el gobierno de Díaz. En estos sucesos Madero ya había redactado su Plan de San Luis Potosí. Para el 21 de mayo de 1911 con la firma del Tratado de Ciudad Juárez Madero asume la presidencia de forma provisional y Porfirio Díaz es exiliado. El carácter de Madero lo llevó a ser benévolo en algunas circunstancias y usar en la medida de lo posible el dialogo. Sin duda, esta actitud llevó por otro rumbo el levantamiento armado de Madero, como dice Berta Ulloa: pero como Madero era enemigo de derramar sangre, optimista y generoso acepto transacción, el Tratado de Ciudad Juárez.
La ideología de Madero no alcanza para clasificar a su movimiento como revolucionario. Su intención exclusiva era democratizar el país y quitar el mal gobierno, no propuso cambios esenciales para el mejoramiento de la nación. Su movimiento tampoco se le puede considerar a la luz de la interpretación marxista como un levantamiento armado de las clases bajas. Su propósito era imponer un nuevo orden político tomando en cuenta a la democracia. A tal extremo llegó la inclinación de Madero por no cambiar radicalmente el rumbo del país que: En el gabinete dominaron los hombres que en diversos grados tenían ligas con el régimen vencido (Berta Ulloa) Desde un punto de vista riguroso el levantamiento de Madero no se le puede considerar como revolucionario; por lo tanto el levantamiento armado de los maderistas es una rebelión que triunfó en términos políticos. Hasta la próxima. redescubriendo@hotmail.com