EL ITACATE : TODA UNA GRATA HISTORIA LA ÉPOCA DE LAS RUMBERAS

Por Agustín Almanza Aguilar

12 / Diciembre / 2013

Recuerdo que muy joven me gustaba mucho María Antonieta Pons, por sus bailes y movimientos. Después supe que era originaria de Cuba y un de las iniciadoras del movimiento rumbero en nuestro país, junto con Meche Barba, Rosa Carmina, Ninón Sevilla, y Yolanda Montes, Tongolele: estremecían y enfebrecían a los consuetudinarios asistentes de los salones de baile, centros nocturnos y cabaretes, de la capital mexicana; aquellos contoneos de cintura y cadera, conjugados con el de las manos y el ritmo afroantillano ¡Salsa, mi niño!

Se nos hace saber que había diferentes estilos de rumba, como el Yambu, de carácter urbano que representaba el coqueteo de la hembra al macho; la Columbia, de origen rural, exclusivo para hombres; el Llorado, caracterizado por una especie de lamentos y quejumbres del cantante; y, el Guaguancó, también de origen urbano, que narra hechos anecdóticos en forma poética, a menudo improvisados. De esta incandescencia sonora eclosionarían las figuras protagónicas de las andanzas de una vida de placer nocturna, inmortalizadas en la pantalla cinematográfica, en los teatros; luminarias inolvidables

¡Ah –suspirarían los abuelitos-; qué tiempos Señor Don Simón!. En efecto, un girón de la historia del Vodevil que nuestros días ha degenerado en el Table Dance, por desgracia. A la sazón, los centros nocturnos eran familiares pero

Habla Tongolele, Yolanda Montes: Actualmente se presentan, en los centros nocturnos, bailarinas en espacios reducidos en donde las jóvenes demuestran su talento bailando, y , a veces, cantando, y haciendo un espectáculo llamado Table Dance, danzando con ritmos sin ton ni son, y departen con los asistentes en embelecidos por el alcohol y la noche.

Hoy en día ese mundo está monopolizado totalmente por las casas discográficas y las televisoras, y existe mucha gente que añora aquél ambiente de palmeras y tambores, lo salvaje interior, cuando en la época de Miguel Alemán afloraban dichas zonas de diversión: la época de las rumberas.

Subrayemos que, en la realidad, ésas rumberas eran todo lo contrario a lo que se manejó en el cine, lo de ficheras, ya que ellas, nuestras conocidas, estaban casadas y con hijos: la Pons con Juan Pera, Rosa Carmina con Juan Orol –aquél de las películas tipo charros contra gánsters-, Ninón Sevilla con Federico Calderón, etc.

FINIS TERRAE: Lo que expresó la legisladora Layda Sansores en realmente lo que se escucha en voz del pueblo: Estamos gobernados por traidores a la patria y delincuentes organizados.
Volvemos a recordar la alarmante respuesta del Conde de la Rochefoulcand al rey francés Luis XVI: ¡Nó señor, no es una revuelta: es una Revolución!