LA SOLIDARIDAD EN LAS VÍAS DEL FERROCARRIL

Por: Olegario Zamudio Quezada

13 / Diciembre / 2013

Testimonios como el del ferrocarrilero Jesús García, aquel hombre que sacó un furgón de su pueblo cargado de dinamita que se estaba quemando, encomienda en la cual, pagó hasta con su propia vida y aun se le recuerda como un héroe, testimonios como estos en la vida del ferrocarril, hay muchos, otros anónimos.

Mi abuelo Cruz Zamudio Ocampo, patriarca de mi familia, tuvo varios hijos y todos trabajaron como ferrocarrileros, el mayor de ellos se llamó Pantaleón, la anécdota más simple que recuerdo de este tío, es que cuando a mi abuela Luisa le preguntaban que cual de sus hijos era el más bonito, ella contestaba, el más Bonito es panta.

Pues en el año de mil novecientos cuarenta y dos, cuando mi tío acompañado de otros trabajadores del ferrocarril, pasaban por el tramo entre tequilita y el Conde, en uno de los legendarios motorcitos, observaron que caminaba descalzo y solitario un niño como de tres años, por la ladera de las vías.

Mi tío que manejaba el carrito de motor, disminuyó la marcha para cuestionarlo de su presencia solitaria en ese lugar en medio de la temporada de lluvias, la primera señal que hiciera el niño con las manos, es que tenia hambre y cuando le preguntaron por sus papas, solo contestaba en intermitente, con el dedo índice señalando al cielo, raya, raya y habría los brazos, entendiendo por esto, que un rayo los había alcanzado.

Mi Tío Pantaleón que entonces vivía en Estación Cerro Pelón, cargó con el niño para protegerlo y ya en casa le dijo a su esposa, nuestra querida Tía Carmen, que al niño le diera de comer y ropa para cuidarlo en tanto aparecía algún familiar para entregarlo.

Como en los años sesenta, mi Tío Pantaleón se vino a vivir a Tepic y con ellos se trajeron a Dionisio, nombre que le designaron al Chamaco Tepehuano y de cariño le decían Nicho, entonces mi tío compró un terreno grande junto a las vías del ferrocarril en los cuales construyó una casa principal y cuartos para alojar ferrocarrileros.

En un tiempo mas delante así pues, mi primo Nicho se fue a vivir a Algodones Baja California a la casa de mi prima María Félix, trabajando en ese lugar se puso un nombre gringo, porque ese nombre de Nicho nomas ya no le gustó.

Años después en su regreso a la casa paterna y manejando cierto Ingles, se consiguió una chamba de cuidar chivos en El Capomo Municipio de Compostela, cada ocasión que recibía su raya de dinero, concurría con sus padres a la Calle Hidalgo para darles parte de su salario, como en ese antes era tradición.
Dionisio vivió siempre en la Casa principal, ya mayor y soltero se apartó a un cuartito en el vecindario, nunca nadie de los primos puso oposición por su presencia, ahora a sus casi ochenta años de edad, falleció de muerte natural y en lo general la familia y los vecinos se aplicaron a realizar las exequias funerarias, fue sepultado en el Panteón Hidalgo, en la fosa de la familia, en la misma fosa donde están enterrados mis tíos, que en vida fueron los padres de Nicho.

Cuando me avisaron del deceso del primo Dionisio, considere pertinente, que realizar alguna acción de solidaridad en ese sentido, era tanto como honrar la acción de mi Tío Pantaleón y con ello reafirmar, que él no estaba equivocado en sus acciones y en los alcances de su sensibilidad humanista.

Esta acción del Hermano de mi padre, es una muestra de lo que se puede ser y hacer en la vida en sociedad, para nosotros la acción de nuestro Tío Pantaleón es una acción meritoria que sirve de amalgama al sentimiento de solidaridad, fraternidad y que comprometen estas acciones a las futuras generaciones, así sea.