Líneas: Don Manuel Salazar Delgado

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

14 / Enero / 2014

Continuando con las pequeñas entrevistas que les hemos venido haciendo a los chóferes de autobuses que prácticamente escribieron la historia del trasporte en la entidad nayarita y allende nuestras fronteras, hoy sigue en la lista otro ciudadano que pasó toda su vida al frente del volante de los autobuses, pero dejemos que él nos describa su interesante trayectoria:

Mi nombre es Manuel Salazar Delgado, soy nacido en Tepic y creado en Tuxpan, ya que me fui de 12 años a la ciudad coquera, ya no había camiones de aquellos que les llamaban tropicales, era la Sociedad Cooperativa de Autotransportes Tuxpan, los que quedaban hacían sus recorridos a Pericos y demás ejidos cercanos, pero cuando empecé de cobrador, tenía un hermano que él sí era chofer, y me quedé ahí porque me subió a cobrar en su unidad, además de eso pues había dinero, me gustó el ambiente y me quedé

En ese tiempo nada más había un tropical propiedad de un señor que le decían El Gato, iba de Tuxpan a Sentispac por El Palapar, fue el único roce que tuve con los tropicales, ya los que nos tocaron eran autobuses cubiertos, en Tuxpan eran el 161 de Daniel Gradilla, 162 de Matías Santana, 163 de don Rafael Medina, 164 de Porfirio Hinojosa, 165 de Gregorio Carvajal, 166 de Merced López, 167 de Pancho Romero Mogotes (homónimo del compañero Francisco Romero El Campesino de Santiago Ixcuintla), 168 era de don Epifanio Sandoval Cinicas, el 170 de Rodolfo Rodríguez El Vizcaíno, 171 de Felipe González El Espátula, 172 de Pablo Quintero El Pavóchas (muy conocido en el ambiente beisbolero), 173 de Gregorio González, El Loco, 174 de Doroteo Estrada El Huevito, 175 de don Salvador Hinojosa (del que nada más había un señor de Tuxpan que le podía decir un sobrenombre, era el que cuidaba la terminal y se llamaba Canuto Burgara y le decían El Duro, y era el único que le decía a don Salvador El Cantador, por qué, quién sabe, pero ese señor era el único que le decía ese apodo) este señor Hinojosa cayó a Tuxpan como contador de la Casa Maus y era el que llevaba la contabilidad, y de los de acá, ninguno, y cuando estaba todavía Autotransportes Unidos del Pacífico se peleaban la presidencia un señor de Escuinapa y él, y como no había para los dos, hicieron cada quien su empresa. Don José Quevedo era el de Escuinapa, Sinaloa y el señor Hinojosa manejó la de Tuxpan; nunca pelearon con Santiago, cuando se hizo Unidos, se acomodaron; los agarrones eran solamente en los partidos de béisbol; ellos llegaban a la terminal de nosotros y viceversa; luego el 176 era de Jesús Quintero El Clarín, y el 177 era de Manuel Varela.
Yo entro de operador a los 18 años, casi casi nos hicieron a fuerzas porque era cuando estaban los braceros y había muchos pasaje que había que llevarlos a Empalme y no abundaban los choferes, y ahí nos hicieron –aunque algunos ya medio sabíamos conducir un autobús-, y empezamos a ir con los carros trompudos, nosotros íbamos en el 166 del Clarín, un Internacional, en ese principiamos viajando a Empalme, Sonora en esos camiones, y a veces hacíamos caravana juntándonos con los de Santiago que eran de la misma marca, era uno propiedad de don Luis Lomelí, que manejaban el Patalarga y Cuco. A este popular chofer lo llegué a ver en Tijuana, ahí enfermó y murió. Luego había otro Internacional que era el de nosotros y el de don Gregorio Carvajal. Total que hacíamos, como le digo caravanas de tres o cuatro camiones, por aquello de que si se nos descomponía la unidad alguno traía las refacciones a la mano. Eran viajes largos y lo que más nos fallaba eran los alternadores, y más bien eran generadores, y salieron muy buenos pero para fallar Entonces yo le prestaba mi batería cargadita, pa´no pararnos, al compañero que se le fregaba el generador y luego él me pasaba la suya para volvérsela a cargar y así no nos quedábamos en la carretera. Si nos ponchábamos y no traíamos refa, pues también a pedirla o a prestarla, y así la pasábamos para no quedarnos.

En este trabajo duré 51 años, me retiré a los 60 años. Cuando empecé recuerdo que no traía licencia de chofer y así manejaba; en ese tiempo estaba un Delegado que estuvo en Santiago, de nombre Fernando Vázquez, y ese fue el que me dijo que si me agarraba sin licencia me iba a quitar el carro, entonces me fui a la casa -que por cierto estaba cerca de donde vivían las Varela, en Tuxpan- y ahí anidaba mucho Lucio Puente, que era muy amigo del Macho Güero que jugaba de segunda base en el equipo local, y al saludarme me dijo que qué andaba haciendo, y yo le platiqué que Fernando me había amenazado con quitarme el carro si no le mostraba la licencia, y él me dijo: ira, mañana llego por ti aquí a las siete, llevo mi reporte de lo federal a Tepic, y ahí te vas a ir conmigo.

Nos venimos; entonces estaba Tránsito ahí donde está Palacio de Gobierno, se paró y le dijo al encargado que me diera la licencia porque me iba a regresar otra vez con él para atrás, licencia de conductor de servicios; porque en ese tiempo había de esa clase; y ya me regresé con él. Cuando llegué luego luego agarre el camión y por lógica pasé por donde estaba Tránsito, y Fernando me vio y se me vino directo diciéndome: orita, orita te dije que si te agarraba manejando sin licencia te iba a quitar el camión. Yo no le contesté, nada más le enseñé el cartoncito y solamente me dijo enojado: ái nos vemos.
Ya de ese tiempo me tocó de patrón, Clarín, y ese señor empezó a comprar carros nuevos, primero un Fargo 58 luego un 63 de ahí me pasé a los Masa, cuando el servicio de Tuxpan a Guadalajara de Primera Clase, que salía a las 7 de la noche de Tuxpan para llegar a las 8 a Santiago, y de ahí a la capital tapatía. En aquél tiempo cobrábamos 63 pesos a Mochis y 83 a Empalme. Esos eran los precios que teníamos, y cuarenta y tantos hasta Mexicali. A nosotros nos tocó andar en el tramo de Santa Ana a Mexicali, cuando empezaron a hacerse los servicios de trasporte hasta Mexicali, esperando hasta cuatro días para hacer el transborde. Ahí nos cargábamos y nos íbamos hasta allá.