Una nota que enlaza el trabajo y esfuerzo de dos hombres

* Uno, funcionario del Tecnológico de Monterrey que brinda asesoría sobre el nuevo sistema de justicia; el otro, joven, ciego y con una lucha constante para generar conciencia.

31 / Enero / 2014

Por Oscar Verdín Camacho

No debió ser casualidad que este jueves por la mañana, mientras escuchaba al doctor en política pública Héctor Rodríguez Ramírez, director del doctorado de esa rama del Tecnológico de Monterrey, Gilberto Murillo Sánchez invitara a este reportero, por teléfono, a conocer su más reciente tarea: ciego él, un acercamiento con la población, en la plaza Principal de Tepic, para concientizar sobre la discapacidad que enfrentan.

Héctor Rodríguez habla unos minutos con quien esto escribe, previo a una exposición en la sede del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) que reúne a funcionarios de la Fiscalía General del Estado, la Secretaría de Seguridad Pública y el propio Poder Judicial. El motivo: los trabajos de asesoría del Tecnológico de Monterrey respecto al nuevo sistema de justicia penal, comúnmente conocido como juicios orales, cuyo plazo fatal para iniciar en todo el país vence en junio del 2016, aunque hay estados que ya lo implementan.

Al respecto, Rodríguez Ramírez señala que Nayarit seguramente cumplirá en tiempo con la fecha marcada para esos trabajos, aunque indica que se tuvo un inicio tardío.

Indica, sin embargo, que observar la experiencia que han tenido en otros estados ha permitido detectar los errores cometidos, principalmente por la poca planeación que tuvieron, lo que implicó fuertes gastos.
Minutos después, ya ante unos 40 funcionarios públicos –magistrados, directores, policías-, desmenuzó la importancia de mantener, en el nuevo sistema de justicia, una cadena de trabajo que generalmente inicia cuando un policía llega al lugar donde se cometió un delito, por lo que deberá saber qué hacer: desde acordonar el área y mantener en resguardo a los testigos, por citar ejemplos. Un mal desempeño en la citada cadena podría echar a perder todo el trabajo.

Añadió que el documento final abordará de manera concreta la tarea de cada uno de los funcionarios involucrados en un asunto.

Héctor Rodríguez se refirió a otros aspectos de la asesoría del Tecnológico de Monterrey a las autoridades locales: cómo aprovechar lo que ya se tiene y no recurrir a despidos de personal ni a contrataciones; cómo decidir si se tendrán jueces especializados o bien que aborden diversos delitos; cómo encontrar modelos para una disminución de gastos; cómo adecuar horarios, mejorar salarios y hasta encontrar acuerdos con organizaciones sindicales.

Rodríguez Ramírez mencionó también aspectos que arrojó una entrevista con decenas de funcionarios que estarán relacionados con el nuevo sistema de justicia penal, algunos de los cuales aún no creen que llegará a implementarse.
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Me retiro de la sede del Poder Judicial con la seguridad de que Héctor Rodríguez es de esas personas que, además de sus conocimientos, es de trato sencillo.

Hay pocos como él en México, me indica un magistrado.

Y unos minutos después arribo a la plaza Principal en busca de Gilberto Murillo Sánchez, un joven al que en notas anteriores me he referido: su ceguera no lo frena. Es abogado, ofrece cursos de computación a otras personas ciegas y, en los últimos días, apoyado por el Instituto Nayarita de la Juventud (INJUVE), instaló unas mesas de trabajo a las que, acompañado por otros jóvenes, invita a los ciudadanos para que aprendan el sistema de escritura Braille, o bien les ofrece orientación para caminar con los ojos vendados y ayudándose con un bastón.

Quiero que la gente tome conciencia de lo que enfrenta una persona ciega, que viva una experiencia de caminar ser ver para que nos ayude cuando nos vea en la calle. Tenemos una discapacidad, pero contamos con otras capacidades.

Murillo Sánchez añadió que ya recibió una invitación para ofrecer similares orientaciones en el municipio de Acaponeta.

Tras dejar a Gilberto Murillo, no puedo menos que pensar que no es casualidad plasmar su esfuerzo y el de Héctor Rodríguez en una nota.
Algún día tendrán que conocerse, le digo a Gilberto, y seguro estoy que Héctor aceptará el encuentro.