EL MOLUSCO: CUIDA TU CUERPO, AMATE.

ARTURO J. SORIANO

04 / Febrero / 2014

La humanidad ha experimentado hasta el momento dos civilizaciones: la civilización agrícola que inicia aproximadamente el año 8,000 antes de Cristo y concluye en el año 1650 con el advenimiento de la Civilización Industrial y la Revolución Francesa e inicia su declive en 1950 con el advenimiento de la computadora y el inicio desde entonces de la Cibercivilización, Civilización del Conocimiento, mejor conocida como Civilización de la Información.

Cada una de estas etapas del desarrollo de la humanidad ha tenido sus paradigmas en materia de: Energía, Tiempo, Espacio, Materia y Causalidad.
La ciencia que más indicadores nos da de la evolución de estos paradigmas ha sido la Física. De tal manera que en la primer civilización los aportes de la Física Atómica bastaban para explicar todos los fenómenos. Ya en el tránsito civilizatorio, hacen su aparición la física cuántica, La Teoría de la Relatividad de Einstein, hasta llegar a la Nanofísica, en pleno albor de la cibercivilización.

¿Pero que tiene esto que ver con el título de esta entrega?
Analicemos pués. En la primer civilización el concepto de energía la entendíamos y aplicábamos como energía humana y animal. El concepto de Tiempo era entendido como la duración de una jornada de trabajo, ejemplo: de gallo a grillo, es decir desde antes de salir el sol, hasta que este se ponía. El concepto de espacio era amplísimo: hasta donde la vista me alcanza. El concepto de materia estaba circunscrito por la definición de átomo. Se decía que: el átomo es la partícula más pequeña de materia en movimiento en la naturaleza, y es indivisible. Y el concepto de Causalidad era llana y simplemente : DIOS, como causa, principio y fin, de todas las cosas del mundo visible e invisible.

Las estructuras sociales y culturales de la civilización agrícola descansaban en : Una Familia Ampliada Multiparental, considerada como una unidad de energía humana, con parientes consanguíneos y políticos que habitaban bajo un mismo techo, cuyos desplazamientos geográficos iban de la casa al trabajo, y nunca eran mayores a 25 kilómetros. El centro del poder radicaba en El palacio y el monasterio, ubicados en alguna prominencia del terreno y la transmisión de este poder era de carácter dinástico. Quien nacía noble, moría noble. Quién nacía plebeyo, moría plebeyo. El poder terrenal era usufructuado por una nobleza hereditaria y el poder celestial por una institución inamovible y retrógrada llamada Iglesia Católica, Apostólica y Romana, fundada por el Emperador Romano Constantino en el año 323 D.C., cuyo eje principal es la Biblia, que se empezó a compilar entre los años 360 al siglo XIII, en diferentes Concilios Ecuménicos.

La Biblia como creación humana, que no divina, incorporó en su estructura lo más selecto del pensamiento hindú, con los textos del Mahabaratha, Ramayana, Zend Avesta, y creaciones literarias de Egipto, Grecia, Irán, Irak, Persia, Caldea, Mesopotamia, Roma, Israel, y así crearon los curas el Viejo o Antiguo Testamento o Pentateuco.Después del Concilio Ecuménico de Nicea le enmendaron la plana a Dios, y crearon El Nuevo Testamento.
La Iglesia y la Civilización Agrícola reinaron en solitario sobre el planeta, hasta el Renacimiento. Momento en que una nueva mente, empezó a avanzar sobre el planeta, cambiando todos los paradigmas: Energía, Materia, Tiempo, Espacio, Causalidad. Sin embargo, los moldes de la cultura europea occidental judeo cristiana, persisten como lastre histórico en nuestros espíritus, nuestras mentes, nuestras instituciones. A grados tales que en plena transición civilizatoria, escuchamos a los políticos cerrar sus discursos con un : DIOS LOS BENDIGA A TODOS. Cual si se tratara de un acto litúrgico, en vez de una asamblea cívica.

Pero, ¿Por qué refiero todo lo anterior?

Porque cuando las civilizaciones transitan hacia estadios superiores, es común que reinen la confusión, la desorientación y el oscurantismo.

Así como durante la transición de la civilización agrícola a la civilización industrial, nadie sabía claramente a qué atenerse, por donde caminar, que camino elegir. Así en el tránsito actual hacia la Cibercivilización, la humanidad está confundida, desorientada, indecisa, con un enorme grado de perplejidad, hacia donde vamos, por donde transitamos y cual camino es el que nos depara el futuro, y si hay futuro, o no este no existe.
Para clarificar nuestra incertidumbre, demos una vista a la institución familiar y a la institución depositaria del poder público.

Decíamos que en la primer civilización la familia era una institución multiparentalÉsta, al llegar la civilización industrial, mudo de ahí a la familia nuclear en la que crecimos todos hasta los años 70s. Constituida por un padre, una madre y pocos hijos.
El poder transmitido de generación en generación, por el sistema de nobleza hereditaria, cambió con la civilización industrial, al de una democracia representativa, con elecciones mediante voto directo, universal y secreto, realizadas en períodos determinados de tiempo, -3-4-6 años-. En la que estuvieran representadas todas las corporaciones industriales y sus agrupamientos sociológicos, corporativizados.

El Positivismo Racionalista, dio cuenta del fallecimiento de Dios, como factor primigenio de causalidad. DIOS HA MUERTO escribieron Augusto Comte y Federico Nietzche. La educación racionalista, cientificista y laica, sustituyó a la educación eclesial emanada de los monasterios y las universidades eclesiales. La síntesis causa-efecto y el método experimental, sustituyeron la mentalidad de un mundo en el que todo estaba hecho por la obra y gracia de Dios. La ciencia y la materia, sustituyeron a la mente en la que todo emanaba y dependía de la voluntad divina y sus emisarios en la Tierra: Los Sacrosantos Hombres de Sotana Negra.
Nuevos paradigmas, nuevas actitudes, nuevas conductas, nuevas instituciones y una nueva mente, tenían que producir una nueva civilización, un nuevo hombre. Nuevas instituciones que dieran cobijo a los nuevos valores y paradigmas de una nueva civilización: LA CIVILIZACIÓN INDUSTRIAL.
Sin embargo, como no existe un modelo civilizatorio puro, nuestra civilización arrastró en su devenir, muchos de los valores culturales de la anterior. Los valores de la cultura europea-occidental-judeo cristiana, aún prevalecen en muchas de nuestras conductas, de nuestros hábitos, de nuestra forma de ser, vivir y concebir el mundo y actuar en él.

Revisar cada uno de ellos, es importante, para poder situar nuestras acciones de futuro y entender y actuar en consonancia con las exigencias del tránsito civilizatorio. En posteriores entregas daremos cuenta de ellos. ¡Amanece Pués!.