Nayarit Plural: ¡¡NO TODO ES MALO!!

Por Fernando Gutiérrez Meza

04 / Marzo / 2014

Los rostros de cientos de ciudadanos que diariamente salen a la calles a trabajar, a las empresas como la Coca-Cola, el Bimbo, las Sabritas, la armadora de piezas de autos o las grandes tiendas comerciales que funcionan a un costado del pestilente río Mololoa, son desencajados, de desesperación y tristeza, dado que en sus bolsillos no se refleja movimiento económico y menos abundancia, esa impresión se observa en hombres, pero más en mujeres pues éstas son las que llevan el control y gasto directo de la casa y conocen a la perfección de aumentos en productos básicos, llámense tortillas, carnes rojas, blancas o legumbres que continuamente cambian de precio, ejemplo el limón que andan en 70 pesos el kilo.

Para muestra se tiene un botón, el fin de semana tuve la necesidad de abordar un taxi y en principio ante de subir pregunte el cobro, por aquello que una vez en el lugar a donde me trasladaría fuera un precio alto y no alcanzar a cubrir el pago; en el camino, como sucede que para hacer más ameno el trayecto se le pregunta al trabajador del volante sobre cómo andan las cosas, o si hay mucha chamba y entrar en conversación, cuestión que sucedió, el conductor de edad avanzada quería desahogarse y finalmente logró su objetivo.

La opinión del taxista fue descontento, desesperación y angustia, pues dice, mira ya no sale siquiera para medio comer, primero hay que sacar para el carro, luego para el patrón y si alcanza algo para él empleado, esta mendigo esto, para modo de obtener unos pesos hay que dormir en el carro, y eso bajo el riesgo que te caigan los polis nayaritas.

Precisamente, en ese momento transitaba una patrulla de nayaritas encapuchados, y en confianza, manifiesta el chofer ya entrado en años, míralos, parecen la mera verdad, pero con la gente de a pie, los madreados, los que andan en la calle con ropa humilde y sucios o traen una mochila con la cuchara o material de albañilería, pero con los delincuentes son otra cosa, y puso como ejemplo el suceso registrado en Santa María del Oro el año pasado.
El amigo que obvio no se trata de un profesionista, con educación universitaria, si tiene la experiencia de los años y la escuela de la vida, refiere

Se necesita una política económica real, con salarios verdaderos, no imaginarios para que exista crecimiento y desarrollo, de lo contrario no iremos a ningún lado, y si al aumento de acciones delictivas en el caso de los jóvenes que tienen vicios al alcohol o las drogas, y reitera, que hacen las instituciones en contra de tanto vendedor de enervantes, nada, y eso es problema para los padres de familia, como se ven las cosas, esto se pondrá más feo, dice.

Dicen que los taxista son un termómetro de la situación en una entidad, lo que deja claro, que en el caso de Tepic particularmente hay desesperación y hambre, y no se duda que también exista ese mismo problema con empleados de diversas instituciones, pero prefieren aguantarse, pues vale más poquito que nada, claro, eso hablando de empleados de tercera, cuarta o quinta, pues lo de segunda todavía alcanza sueldos de 18 o 20 mil pesos por quincena, más caídas y resbalones cuando tienen cajón.

La realidad que el humilde trabajador del volante tiene mucha razón, pues esa desesperación se refleja en los rostros de la gente que utiliza el camión o las combis, esas que son propiedad del millonario Sáldate, en que los usuarios van como sardinas oliendo las verijas unos con otros (as), pues a pesar que son para diez gentes cuando mucho, los choferes le quieren meter media centena.

Otra muestra, se percibe en los cientos de ciudadanos que diariamente deambulan por la sucia y polvorienta plaza de Tepic, que últimamente la han convertido en un table dance con música y bailarinas de las empresas de Movistar y Telcel, que se sienten dueños de ese punto de reunión del pueblo, pero claro, todo es bajo la complacencia de la encargada de Fiscales una tal María José Valdez Ochoa, que pronto le encontró al negocio con la renta de espacios en ese lugar, que es utilizado también por payasos, merolicos y limosneros que reflejan el hambre y la miseria de una ciudad.