Hermano de Segundo Huerta pide no especular sobre su muerte

* ¡Nada a la orilla, nada a la orilla!, habría gritado el comandante a su agente Sergio Arturo.

01 / Abril / 2014

Por Oscar Verdín Camacho

A partir del deceso del comandante de la Policía Nayarit Juan Segundo Huerta Ávila, y del agente Sergio Arturo Flores Hernández, ahogados en la fosa de un arroyo el jueves 13 de marzo, han surgido versiones de todo tipo que no escapan al conocimiento de sus familiares.

El abogado Roberto Huerta, hermano mayor del comandante, comenta a este reportero que una a una de las especulaciones -como la versión de que se trató de una acción planeada y no un accidente- las han ido desechando. Detalla por ejemplo que un policía federal, amigo de la familia de muchos años, caminaba junto a Segundo Huerta cuando éste decidió cruzar a nado la fosa.

El policía nos comentó que vio cuando Segundo le dio a otro agente su celular y otras cosas, y cuando se metió al agua y cruzó nadando. Antes le preguntó a un policía –Sergio Arturo, Checho- si sabía nadar y éste respondió que si.

El policía que conozco dice que él siguió caminando por la ladera antes de que Sergio se metiera al agua, pero después escuchó gritos y dedujo que Sergio se estaba ahogado pero no Segundo, porque ya lo había visto llegar a la orilla. Cuando regresó, ninguno de los dos estaba en la superficie del agua.
Aquel jueves se conformó un operativo entre efectivos de la Policía Nayarit, Ejército, Marina, PGR y Policía Federal para destruir plantíos de mariguana en los límites de Santa María del Oro y San Pedro Lagunillas.

Profesor en la escuela de Derecho de la Universidad Autónoma de Nayarit, Roberto Huerta desestima las especulaciones de que pudo tratarse de una acción contra su hermano.
Además, dice saber que Segundo no habría tenido planeado ir a ese operativo, puesto que incluso durante la mañana intercambiaron mensajes por celular. Más tarde, ya no le contestó, y rato después le avisaron de lo ocurrido.

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Otro participante en el operativo explicó que mientras avanzaba el contingente fue dispersándose en grupos, por lo que unos llegaron más rápido al plantío, ubicado en una pronunciada ladera, la cual llega precisamente a las paredes en cuyo fondo está la fosa.

Te cuento lo que ví y allá si alguien quiere creer otra cosa. Escuché gritos pidiendo auxilio, ‘¡clave uno, clave uno!’. Desde la ladera nos arrimamos y ví al comandante. Estaba en el agua, agarrado de una piedra y gritaba: ¡nada a la orilla, nada a la orilla!, refiriéndose a Sergio Arturo.

Según los comentarios recibidos, la pronunciada ladera presenta peligro para subir y bajar, por lo que había que irse sujetando con las ramas de arbustos.
Cuando llegué a la fosa ya no estaba el comandante ni el compañero. Después llegaron unos soldados que también iban al operativo y dos de ellos se quitaron sus ropas y entraron al agua. Se sumergían y duraban rato en salir a tomar aire. Creían que podía haber cuevas bajo las paredes de roca porque no los hallaban. Los soldados necesitaban ramas y se las llevamos.
Pasaron varios minutos hasta que finalmente un militar encontró a uno de los desaparecidos. Era el comandante Huerta. Lo llevaron a la orilla e intentaron animarlo. A Sergio Arturo lo encontraron minutos después.

Luego siguió otra tarea complicada: el de cargarlos un rato por la ladera hasta un área donde pudiera aterrizar el helicóptero de la Policía Nayarit. Antes de que ello se materializara, arribó al lugar un grupo de paramédicos que intentó reanimarlos. Los decesos fueron confirmados en el hospital Puerta de Hierro en Tepic.
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Roberto Huerta señala que hay elementos para creer que fue un accidente, y por ese lado su familia está tranquila, aunque profundamente triste por lo ocurrido.
Antes que hacer caso a especulaciones, prefiere recordar a su hermano. Juntos crecieron en Milpas Viejas, municipio de Tecuala: desde chico, Segundo fue muy movido. Diario cruzábamos nadando el río Acaponeta o jugábamos competencias para ver quién aguantaba más tiempo bajo el agua. En la secundaria nos íbamos en bicicleta a Tecuala. A los 18 años entró al Ejército y ahí estuvo cuatro años, después aprendió a hacer trabajos de joyería y también fue vidriero. Estudió dos años la carrera de Odontología, pero ya traía el gusanito de ser policía.

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