Líneas: Hacer caso a cabrones es engrandecerlos

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

14 / Abril / 2014

Hay muchísimas frases acuñadas por nuestro pueblo, que no son tan célebres como las que dejan para la posteridad los grandes cerebros. Recuerdo una de ellas, que le escuché a un joven santiagoixcuintlense que era dueño de una mente privilegiada que le permitía resolver problemas de matemáticas con facilidad, así como también vencer a los adversarios que se le enfrentaban ante un tablero de ajedrez, y filosofar con brillantez a la hora del amigo Se llamaba Tito y era un bebedor consumado, aguantador y de larga y simpática carrera en la bohemia apacible de aquel pueblo de banquetas viejas

Él decía del juego de los reyes –como le llamaba al ajedrez- que era para tipos dueños de su tiempo, de los atributos esenciales para llevar la vida con orden y felicidad: la paciencia y la sagacidad.

Tito era el hermano menor del popular Pepas Manuel Ortiz Pulido, un tipo inquieto y trabajador que lo mismo se encargaba de pintar los cartelones que en aquel tiempo se utilizaban para anunciar las películas que pasaba el Cinema Ideal, al aire libre –sin techo- que anunciaba por las calles, las cintas con ayuda de Raúl Rolón Ávila, (Rara Ave) quien –entre otras cualidades- imitaba el grito del primer Tarzán del celuloide, y con ayuda de un micrófono conectado a un aparato reproductor –de batería- montado en un triciclo tripulado por el Pepas, trepado al frente, lanzaba al aire su potente, famoso y fuerte sonido gutural que atraía al numeroso público que abarrotaba las bancas del cine.

Tito cuando estaba sobrio, que era en muy rara ocasión, a duras penas y reniegos les ayudaba. De esta manera fueron ellos los primeros en desarrollar la publicidad a través de aparatos electrónicos, secundando al viejo El Gorila que lo venía haciendo anteriormente por medio de un gran cono de lámina y aprovechaba el recorrido a pie por las calles de Santiago para vender ruido, tostado y bien dorado, seguido de una cauda de chavalos mitoteros que lo seguíamos a cambio de un puñado de cacahuates.

Este anunciante también promocionaba los bailes en la terminal vieja que estaba en terrenos de El Rebaje gritando: Vámonos al balanceoooo, y las peleas de box que se hacían en una de las primeras arenas que había en el pueblo, con la jiribilla de: ¿Quién pelea hoy? Y los chavos le coreábamos mencionando los nombres de los pugilistas en turno Con la promesa de que entraríamos gratis al espectáculo como se estila ahora en la Feria cosa que rara vez sucedía
Tito, cuando estaba pasado de copas –que era casi siempre- soltaba frases vacilonas que muchas de las veces se pasaban de color y llegaban al insulto, por lo que la gallada de los zapateros del Escuadró del Sol, -en la esquina de las calles Allende y Juárez- comandados por el Capitán Chanclas –don Cornelio Parra Camacho- lo vacilaba al momento en que pasaba frente a ellos, y en este trance el muchacho les contestaba con su grito sin respuesta: Hacerle caso a cabrones es engrandecerlos

Al correr del tiempo esta expresión se hizo tan común, que se utilizaba en doble sentido diciendo: ¡y ya sabes cómo dice el Tito!

Ahora, cuando los hermanos Ortiz han pasado a mejor vida, traemos a comentario aquella expresión, porque Tito pregonaba una gran verdad que en esa época y hoy dibuja con certeza, el engrandecimiento que le da la ciudadanía a los individuos cabrones, (según el amansa burros: gente mala –como los políticos-) que de alguna u otra manera siempre se la pasan engañando a los demás con falsedades, mentiras y poses de redentores, ocupando cargos públicos aprovechándose de ellos para quedarse con el producto de los impuestos.

Y no solamente en los cargos esos, sino que también en la presidencia de la república, en la que vienen desfilando politiqueros corruptos que nos vienen arrastrando a la crisis y a la devaluación del reducido y re-cogido peso, y al despilfarro de los recursos no renovables de la nación.

Muy contados políticos han cumplido con su deber, pero no por ello vamos a engrandecerlos, sino que simple y llanamente se les agradece que cumplan con lo que tienen que hacer y que lo hagan bien, pues para eso se les puso y se les paga.

Pero, lástima Margarito que estos han sido muy contados y los rateros abundan en perjuicio del pueblo mexicano que la mera verdad, de esta cama no se levanta ni yendo a bailar a Chalma. Así que Control Señores Control hagámonos el favor de hacerle el honor a la frase –sino era de él cuando menos la aplicaba- del amigo Tito, y no les hagan caso a cabrones, porque aparte de engrandecerlos, los van a chingar más (Se oye y se ve mal la frase, pero es la pura neta).

311 145-18-81.