Líneas: Se calienta la gallada en Nayarit

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

15 / Abril / 2014

El río revuelto que amenaza con inundar al estado otrora calmo y sin alteraciones fuera de las normales, convierte al asunto politiquero en que se envuelve Nayarit, en un saco de falacias, envidias, traiciones y corruptelas que revelan desunión y falta absoluta de participación ciudadana, cuando debería haber congruencia y unidad partidaria, como lo pregona el PRI sin resultados firmes y verdaderos. Como lo afirman el PRD y el PAN, mientras se debaten en fingidas alianzas que no convencen al pueblo. Estando las contiendas electorales a la vuelta de la esquina.

Al parecer nada vale pregonar que el partido aplanadora se llevará carro completo o que los demás segundones presuman que el diálogo es una de las principales armas para la solución de traídos y llevados conflictos. La gente no quiere artimañas ni jaladas o echadas, sino soluciones palpables.
El escenario se va convirtiendo en un palenque gallero en el que todo contendiente se vuelve protagonista, y cualquier mediocre apuntador, en amarra-navajas.
El dueño del changarro –así le vamos a poner con todo respeto al jefe del ejecutivo- sigue adoptando la postura de gallero profesional, y ni tan siquiera barrunta bajar la guardia, le apuesta toda la talega al gallo de piquete corto que trae en las manos, y lo muestra a la gallada -compuesta por diversas clases de animales finos y corrientes, de pelea, chinampos, gallo-gallina, cola larga, barbones, espolonudos, picudos, huevudos, mañosones, chaqueteros, chapulines y sin faltar, los de prosapia y nobleza, que son pocos pero de ley con esa seguridad que da el tener la cuchara pozolera en la mano

Existen los que llevan tantas peleas que ya no tienen donde les acomoden la navaja, pero siguen siendo giritos, aunque viejitos que no dejan de mostrar o demostrar que les sobra cuerda y que todavía quieren pelea –a pesar de que ya han visto pasar sus mejores tiempos-, están clasificados como los de espolón caído pero que le sobra pico y si no la hacen personalmente elaboran el cuajil para sus propios gallos
El asunto es que en este palenque de rancho las cosas no se van a acomodar para que el respetable se arrellane en sus asientos cómodamente a disfrutar de un verdadero espectáculo. Todo mundo sabe de qué pata cojea cada uno de los gallos y también les conoce sus perfiles desde cuando andaban en los mismos gallineros, pero engordaban panzas en lugar de entablar peleas de cartel. Por eso la función será de pura cacareada.

Los colores de las divisas siguen siendo los mismos, y la pelea que buscan los de pico largo, es por mejorar sus bolsillos, sus abultadas cuentas de banco, sus posesiones y sus distracciones báquicas y amorosas Porque no hay gallo que no sea enamorado aunque sea de otro del mismo género
En fin, Juan Pueblo, nomás de lejos se asoma a la palenqueada, y los que se arriman nada más lo hacen para ver qué sacan Nunca para apostar ya que los encuentros –a ojos vistos- están arreglados.

No hay lucha frontal –aunque quieran hacer aparecer como tal- solamente picotazos y escarceos La publicidad es jiribillosa y le meten lana sin tacañería, al fin y al cabo no es de ellos sino de la misma mata. Los publicistas muy orondos y lirondos les siguen el juego y –como a río revuelto ganancia de pescadores- pues gozan su matinée engordando caldos y repletando carteras, cobrando en dólares.
Lo bueno sería una pelea sin tanto rebumbio, sin grandes cantidades de anuncios. Derecha y sin trampas. A calzón quitado. A cabronazo limpio.

Los que le tiran al tricolor, que lo hagan sin utilizar denostaciones y corruptelas. Los que le van a los otros colores, igual No se trata de herir, menospreciar, difamar Cada quien que haga notar sus programas, proyectos y promesas.
Por otra parte nadie niega que dinero para las apuestas internas hay, habrá y seguirá habiendo; el asunto de esta nueva lid es a ver quién continuará adjudicándoselo. Los gallos estarán en la arena hasta que uno de los dos, cierre el pico Se calienta la sangre en el palenque, pero no llegará al río, aunque los amarradores de la pluma quisieran que los chorrillos llegaran a la mar En estos si opera el río revuelto

Control Señores Control que para todos hay Nomás que no arrebaten los –uleros

311 145 18-81