Edición del Día
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Los adolescentes requieren de una legislación de salud compartida
25 / Abril / 2014
Por: J. Asención Jiménez Flores.
Actualmente se observa que un matrimonio trabaja incansablemente para resolver los problemas cotidianos, como son: el pago de alimentos, vestido, salud, educación, cable, Internet, electricidad, casa, agua potable, predial, gas doméstico y muchos más que tienen reprimidos a los padres de familia y principalmente a la madre, que es la que lleva la carga más pesada, que hace que explote la bomba económica y da por resultado reclamos maritales que pueden llegar hasta el divorcio, porque suscita reprimendas que enferman a sus hijos sin justificación –sin tener culpa alguna- y los inhiben en su formación integral física y mental, que los afecta emocionalmente en el futuro inmediato.
Estas situaciones internas familiares en la que sortean esa problemática los progenitores, los obligan a redoblar esfuerzos laborales que son muy mal pagados. Esas preocupaciones económicas los mantienen obsesionados en su solución, al grado tal que se olvidan prácticamente del crecimiento de sus hijos, porque los tienen sujetos y en consecuencia deprimidos a consecuencia del abandono inconciente de parte de sus ellos, y los hijos, por consiguiente, buscan en quién refugiarse a causa de la indiferencia de sus padres.
Esto los lleva al fracaso moral y sexual a temprana edad, porque no son orientados adecuadamente, o sea, en tiempo normal, -en su desarrollo hormonal- y vienen los nietos no deseados porque no han terminado su formación profesional y por consecuencia, están expuestos a la explosión de adolescentes, que a veces por ignorancia los arrojan a la corriente de la perdición y posteriormente es muy tarde para lamentarlo o corregirlo.
En lo personal se requiere de una responsabilidad compartida, en el caso de embarazo de las adolescentes, y también regida por una legislación de salud sexual, y de esta manera proteger el producto humano que entre paréntesis, no tiene culpa alguna de venir a este mundo que perdió muchos de los valores morales que nos marcaban la línea de responsabilidad compartida, y de esa forma sus hijos no quedarán truncados en sus fantasías o sueños infantiles y lograrán formar una familia feliz.