Empleado municipal cuenta cómo sobrevivió a barrancazo

* Sorprende El Quiquis Espinoza, puesto que sólo resultó con fractura en un dedo y dolor en el pecho.
* Estuvo una hora solo y un colibrí sobrevoló sobre su cabeza; no dejó que se durmiera y cree que era su papá, fallecido hace dos meses.

19 / Mayo / 2014

Por Oscar Verdín Camacho

Cualquiera se sorprendería si estuviera ante Enrique Espinoza Montes, o quizás dudaría de que se trata del mismo operador de maquinaria pesada del Ayuntamiento de Tepic que el lunes 12 cayó cuando menos 50 metros por un barranco, al igual que la máquina que manejaba.

Y es que, a pesar de la magnitud del accidente, fue dado de alta durante la noche del mismo lunes puesto que sólo resultó con fractura en un dedo del pie derecho y luego de descartarse que tuviera fracturas en el pecho, donde aún se duele. Camina y habla sin problema.
De cualquier forma continuará bajo revisión médica las próximas semanas, en seguimiento especial a la dolencia en el pecho.

Vecino de la colonia Aramara 2 pero crecido en el barrio de la Santa Teresita, Espinoza detalla que en los días previos al accidente no había trabajado porque la máquina asignada está descompuesta, quedando de repuesto para cubrir ausencias de sus compañeros. Y fue precisamente el día 12 que se le encargó seguir abriendo una brecha saca cosechas en la zona de Lo de García, puesto que un operador salió de vacaciones. Lo acompañaba su ayudante Nicolás Ramos y un agricultor del citado poblado.
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De 38 años de edad y conocido entre sus amigos como El Quiquis o Palomitas, Espinoza cree que la máquina traía un problema hidráulico puesto que de repente se le acababa la fuerza.

Recuerda que la tenía bien anclada y trabajaba con el brazo de la máquina retirando material, en tanto que el lado contrario, de la cuchara, estaba hacia el voladero.
La máquina se resbaló y traté de acomodarla, dice, intentando aferrarse con el brazo a la tierra, pero la misma se desgajó.
De acuerdo con Espinoza, creyó que la máquina se detendría inmediatamente y que la cuchara se enterraría, pero en lugar de ello la máquina se levantó –como el relincho de un caballo-.
Se echó una maroma, ví alto, ya no pude brincar y así se fue para abajo, dando vueltas rápidas. ¡Era agarrarme de donde pudiera!.

El operador no se explica por qué trae raspaduras en la parte interior de ambas piernas, junto a las rodillas, pero deduce que se produjeron cuando se aferró al asiento y a las palancas. Fueron instantes de sumo peligro.
Espinoza temía que la máquina me fuera a pisar y me matara. He visto accidentes así.
Recuerda que cuando finalmente la máquina lo lanzó hacia fuera y cayó al suelo, inmediatamente la vio venirse sobre él, pero deduce que alcanzó a protegerse en un tronco y que eso le salvó la vida. Cree que el golpe en el pecho se produjo en ese momento, alcanzado por el tronco que pisó la máquina, no cuando tocó el suelo.

El Quiquis o Palomitas no perdió el conocimiento pero el dolor era intenso. Su ayudante y el ejidatario que lo acompañaban se regresaron a Lo de García para solicitar ayuda.
La máquina se detuvo a unos 10 metros de él, en un árbol, pero a punto de caer a un voladero. Quedó prendida pero poco después se apagó sola.
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Espinoza estuvo solo alrededor de una hora y en varias ocasiones escuchó el aleteo de un colibrí junto a su cabeza. El pajarito se iba y regresaba. Era como si no quería que se durmiera. Le dolía fuerte entre la espalda y el pecho.

Cuando después arribaron varios de sus compañeros, liderados por su superior Ricardo Cedano, éste le insistía que no se durmiera mientras llegaban los paramédicos de Protección Civil municipal. Cedano contaría después a este reportero que el primer aviso que se le dio era que Espinoza se había matado en el accidente.
Creyente, Espinoza considera que en ese colibrí que no lo dejó dormir estaba su papá, Paz Enrique, fallecido hace apenas dos meses.

Acomodado en una camilla de rescate, finalmente fue sacado del barranco y trasladado al hospital del Seguro Social.
Localizado en su domicilio el viernes 16, indica que ha recibido todo el respaldo de sus compañeros de Obras Públicas municipales y lo agradece, pero lamenta que -afirma saber- hay quienes sospechan que al momento del accidente pudo estar bajo la influencia de bebidas alcohólicas.
En el Seguro Social me hicieron exámenes, me sacaron sangre, que la analicen si quieren. Yo no estaba tomado. Fue un accidente en un cerro y no cualquiera se sube a los cerros.

He pensado en el accidente y siento que no me asusté, que tomé decisiones para tratar de parar la máquina pero la tierra se desgajó. Que después intenté que la máquina no me soltara porque podía pisarme.
Con 14 años como operador de maquinaria y 20 años como trabajador municipal, Enrique Espinoza Montes concluye:
Es el primer accidente así que tengo. No me quedó miedo y sé que voy a volverme a subir.

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