REDESCUBRIENDO: Aprendiendo a Perdonar.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

22 / Mayo / 2014

El ser humano por naturaleza es un ser que necesita relacionarse. Convivimos y buscamos interactuar con otras personas. Al relacionarnos corremos el riesgo de salir lastimados u ofendidos, siendo seres sensibles estamos expuestos a salir afectados emocionalmente. En el momento que esto ocurre se activa nuestro sentido de dignidad que por naturaleza todos los seres humanos lo tenemos. La dignidad es esa indignación que sentimos contra la persona que nos ha ofendido, es el fuerte sentido de justicia aplicado a uno mismo, es decir, esperamos que la persona pague por aquello que nos hizo. Así, cuando alguien nos ofende ese sentido de dignidad responde originando una reacción a nivel de nuestras emociones que exige se haga justicia. El sentido de dignidad nos ayuda para evitar la pasividad en contra de la injusticia sufrida, o en su caso, cuando somos víctimas de un delito (abuso sexual, fraude, violencia intrafamiliar, robo, abuso de confianza, violencia psicológica, entre otras.) No debemos estar de acuerdo con la injusticia hacia los demás; pero tampoco debemos estar de acuerdo con la injusticia que nos hagan a nosotros mismos. El problema es cuando somos ofendidos y no controlamos el sentido de dignidad, se desborda y buscamos hacer justicia con nuestra propia mano, pagar mal por mal, o responder de una manera agresiva y violenta; cuando esto sucede entonces el sentido de dignidad se convierte en resentimiento.

¿QUÉ ES EL RESENTIMIENTO? Es un sentimiento de enojo causado por una ofensa realizada a nosotros mismos, que por lo regular dura más de un día. Cuando la ofensa o el agravio pudo suceder hace varios años y la persona sigue sintiéndose dolida y afectada. Este sentimiento puede desencadenar una fuerte enemistad en contra del ofensor, y en consecuencia desearle todo tipo de mal en su contra. Cuando este enojo dura más de un día, dicha experiencia origina un resentimiento y provoca que nuestro carácter se agrié, se amargue. ¿QUÉ ES LA AMARGURA? La amargura viene, como ya lo expliqué, de un resentimiento, de una ofensa no perdonada. Por lo tanto, es una decisión voluntaria y consciente de estar molesto con el ofensor. ¿Cómo superar este estado de ánimo? Los hebreos nos dan una alternativa importante. Quítese de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros...

• Benigno. Persona que piensa bien de otra. Es pensar lo mejor de una persona en una situación.

• Misericordiosos. Una persona que hace el bien sin importar a quién se lo haga. Una persona que sacia la necesidad de otra; ya sea de afecto, comida, vestido, visitarlo en la cárcel o cuando está enfermo.

• Perdonándoos unos a otros. Una persona que pasa por alto la ofensa o el agravio. Que sabe reconciliarse con otra persona. Pero ¿cuáles son los pasos para perdonar?

1. Pensar en el daño que me hicieron y compararlo con el daño que le hicieron a otra persona.
2. Después reflexionar en el daño que yo he hecho a otras personas.

3. Pensar en las condiciones emocionales del ofensor (no justificarlo, sino comprenderlo, ponerse en los zapatos de él)

4. Si el caso lo amerita, hacer justicia a través de los medios legales (fraude, violencia intrafamiliar, abuso sexual) El hacer esto no quiere decir que no quiero perdonar, es más bien hacer justicia.

5. No se va a olvidar el daño nunca, a menos que pierda la memoria.

6. Evitar el dolor cuando viene el recuerdo (que viene de manera natural).

7. Independientemente si el ofensor te pide perdón o no, tú debes perdonarlo. Hasta la próxima. Conferencista y Terapeuta Familiar. Consultas Celular 311 136 89 86.