EL ITACATE: ACLARAR EL CRÍMEN DEL CARDENAL POSADAS SERÍA UN HARAKIRI POLÍTICO PARA LA FAMILIA

Por Agustín Almanza Aguilar

30 / Mayo / 2014

Allí está la nota: Exige la Iglesia a Peña ‘Verdad’ en Caso Posadas, esto a 21 años del asesinato del arzobispo. Y lo está EXIGIENDO (así, con mayúsculas) la Arquidiócesis Primada de México, ni más ni menos. O sea que el asunto sigue estando en la dimensión de la sospecha, de la duda ante las versiones oficiales, y todo apunta –piensa mal y atinarás- a un Crimen de Estado.

La agencia Notimex dá la información: los miembros de la comunidad católica señalan que las investigaciones han estado ‘plagadas’ de irregularidades y que la única manera de que México sea verdaderamente libre es que se conozca la verdad y se imparta justicia. El crimen ocurrió un 24 de Mayo de 1993

Como el lector@ (sic) sabe muy bien, la culpa recae sobre el enano diabólico de Carlos Salinas de Gortari y su ‘Nomenklatura’. Ahora bien, el 13 de Junio del 2001, la revista ‘Siempre’ publicó, en su editorial (léase: Beatriz Pagés Rebollar), lo siguiente: El periodista italiano Andrea Tornelli, del diario romano ‘Il Giornale’, reveló que el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Iñiguez, habría entregado al Vaticano un paquete con nuevos elementos de información, donde quedaba en evidencia la participación del expresidente Carlos Salinas en el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo En los tres casos, que son éste, el de Luis Donaldo Colosio (23 de Marzo de 1994), el de Francisco Ruiz Massieu (28 de Septiembre del citado año), el narcotráfico está presente, no como autor intelectual sino como brazo operativo. Un gobierno de Carlos Salinas –dicho y demostrado de sobra tanto en México como en Estados Unidos y Suiza-, pudo tener acceso a lo que fuera para deshacerse de un cardenal que sabía demasiado. ¿Y qué sabía? Tenía en sus manos la información más oscura, más dolorosa, más trágica que pueda tener un mexicano: Los nexos, los negocios, las complicidades de la familia en el poder, con los principales cárteles de la droga mexicana y quién sabe si no hasta la colombiana. Lo que no se ha dicho –porque ese pasaje ha quedado en el terreno de la especulación- es quién entregó la documentación al cardenal Posadas fue la señora Cecilia Ocelli de Salinas. Documentación que, al parecer, se encontraba en el portafolios que llevaba el cardenal Posadas y que desapareció en el Gran Marquis, después de haberlo asesinado. Si esto es verdad, nadie se ha atrevido a denunciarlo, y la razón es obvia: deben haber participado policías, comandantes, militares, narcotraficantes y altos funcionarios. La información que ‘filtró’ el Vaticano al periodista italiano tiene ese valor: mencionar, por primea vez, la cooperación que hubo entre judiciales y narcos para consumar el crimen y hacer desaparecer la huellas. Con las nuevas pruebas y documentación que acaba de entregar Sandoval Iñiguez al Vaticano y a la PGR, tal vez esté buscando obtener apoyo del gobierno federal para esclarecer el crimen que, repetimos, significaría abrir la puerta para conocer el nombre o los nombres de los autores intelectuales de los otros atentados. El país necesita conocer a los ‘cocineros’ de las masacres perpetradas durante el régimen del entonces presidente Carlos Salinas. Necesita verlos cumplir su condena y no por morbo o venganza, sino porque esos homicidios –todavía Impunes- quebrantaron las instituciones y el Estado de Derecho mexicanos. Ningún presidente tiene una patente de corso para destruir la salud política, jurídica y emocional de su pueblo, y Carlos Salinas las destruyó.

Hasta aquí lo de la editorial de la citada revista.

Bien; como dicen en mi tierra: Si es pasión, que se te borre. Sería una especie de harakiri político, y más si –como se anda pensando mal- el pelón está detrás, del trono (no sean mal pesados). Carlos Salinas ya no ha aparecido en escena, desde que lo abuchearon allá en los ‘yunates’.

Entonces, la arquidiócesis aún recuerda esa acción de Sandoval Iñiguez, lo de los nexos de la mafia del narco con el poder político, cosa que ya no es rara en el país, es como una comida en la playa (comen juntos). El asunto es que el gobierno en sí nunca se vá a voltear en contra de su Golem, pues al destruirlo se destruiría él mismo, y no conviene ello ‘Por Motivos de Salud Familiar’ (Capisco, Bambino). Y ello –vuelvo a insistir- NO CUALQUIERA, NO CUALQUIERA.