Asesinatos de dueños de la Lobina, entre 10 y 10: 30 de la mañana

* A prácticamente una semana de los homicidios de Julio Alvarado y Genoveva Acosta en el fraccionamiento Ciudad del Valle, se deduce que la Fiscalía General del Estado se enfrenta a una investigación complicada.

19 / Junio / 2014

Por Oscar Verdín Camacho

Alrededor de las 10 de la mañana del jueves 12 de junio, la señora Genoveva Acosta Rendón hizo una llamada por teléfono a un negocio de venta de comida en el fraccionamiento Ciudad del Valle; habría solicitado un pedido de tortas.

Minutos después, del negocio le devolvieron la llamada para avisarle que en ese momento no tenían del tipo de tortas previamente solicitadas. Pero Genoveva ya no contestó.
Se deduce que eran los momentos en que ella y su esposo Julio Alvarado Ruiz eran asesinados en el interior de su domicilio en calle Otranto 109 esquina con Iturbide, en el fraccionamiento Ciudad del Valle.

Para entonces, empleados del restaurante de mariscos La Lobina –provisionalmente ubicado en Prolongación P. Sánchez, debido a los trabajos que se realizan en calle Revolución Social a espaldas de la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN)- se concentraban afuera del negocio y lo mismo llegaban distintos proveedores.
Las llamadas a los teléfonos de los dueños de La Lobina no eran contestadas, una situación que causaba extrañeza porque en el restaurante debía iniciarse la preparación de los alimentos.

Finalmente, pasadas las 12 del mediodía los empleados y unos familiares de Julio y Genoveva arribaron a la casa de la calle Otranto. Uno de ellos llevaba llave y lo que siguió fue el drama: espanto, gritos, llanto

Ahí estaban los cadáveres, uno en cada recámara. Habían sido atacados con arma blanca, al parecer cuchillos.

Julio aún llevaba puesto un short, en tanto que Genoveva el uniforme del día en el restaurante: una blusa roja y pantalón de mezclilla, indicio de que ya se preparaba para dirigirse a su negocio.
Dos televisiones quedaron prendidas, tanto en la sala como en una recámara. Ese día inició el Mundial de futbol en Brasil.

Un dato más: tras la puerta que da a la calle fue encontrado un papelito con un escrito. Correspondía a un trabajador de un negocio de limpieza de peceras que avisaba que se retiraría al no encontrar a nadie en casa.

De acuerdo con fuentes consultadas que conocen del asunto, efectivamente en la casa se encontraron dos peceras. Incluso los peces ya habían sido cambiados a otro recipiente; es decir, la pareja evidentemente esperaba el arribo del trabajador que las limpiaría.

Pero entonces ocurrió el ataque.
Por la hora en que ocurrieron los homicidios en pleno día y por la existencia de un sistema de alarma que no fue accionado, o por la barda alta y la ausencia de violencia en la puerta como en el portón de la cochera, desde el principio se consideró la posibilidad de que los responsables hayan tenido algún tipo de relación con los ahora occisos; es decir, que probablemente hayan sido estos quienes abrieron la puerta para después ser atacados.
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A prácticamente una semana de los asesinatos, la Fiscalía General del Estado (FGE) no ha emitido comunicado alguno. A diferencia de otros crímenes recientes de alto impacto, cuyos presuntos responsables fueron detenidos –y en varios casos se trata de familiares cercanos-, ahora la dependencia estatal podría estarse enfrentando a una investigación complicada.

Si bien un automóvil color blanco del empresario fue robado, al igual que otros objetos de la casa,
fuentes que dan seguimiento a la investigación se preguntan si lo anterior fue un distractor para considerarlo como el móvil, y que en realidad se haya tratado de una acción planeada.
La pareja fue sepultada en el panteón Jardines de San Juan.

En la puerta como en la cochera de la referida casa hay sellos de la Fiscalía General del Estado. Algún familiar o vecino también colocó un aviso respecto a las misas que se efectuarían en el templo de San Rafael, en Ciudad del Valle.
Y junto a la puerta principal había este miércoles cuatro veladoras.
El dolor sigue.

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