Edición del Día
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* Avanza rápidamente, quizás en busca del hospital psiquiátrico que falta en Nayarit y para el que aún no hay recurso.
27 / Junio / 2014
Por Oscar Verdín Camacho
Los pasos de este muchacho no tienen rumbo y tal parece que nunca se detienen. Descalzo siempre, de short, avanza rápidamente a cualquier parte. No lleva camisa.
Generalmente con una de sus manos -y a veces con las dos- se sujeta el short de mezclilla, flojo, que podría resbalar por sus piernas.
Es un enfermo mental que prácticamente todos los días avanza de un lado a otro por las calles del centro de Tepic, o en las colonias y en estacionamientos de centros comerciales, deteniéndose si acaso para recibir algo de comida o alguna moneda y reiniciar otra vez la marcha quién sabe a dónde.
Es parte de un paisaje que duele, que debería avergonzar a todos por la falta de ayuda profesional, pero que sigue ahí, caminando de un lado a otro sin encontrar, metafóricamente, el hospital para enfermos mentales que no existe en Nayarit.
Pero para un hospital psiquiátrico, aún no hay recurso.
*
Amputada una de sus piernas, hincado, sosteniéndose con muletas, un señor alarga un sombrero a los peatones esperando recoger alguna moneda.
Carga algunas bolsas y ha acomodado en el suelo algo que parece trapo para no lastimar más las rodillas.
El anterior cuadro se encuentra a unos metros de la plaza Principal de Tepic, antes de salir a las calles Veracruz e Hidalgo, en el corazón de la ciudad.
El hombre se une a decenas, quizás cientos, que todos los días arriban a la zona centro en busca de conseguir unos pesos para sobrevivir.
Imposible pensar que para estos dos hombres la prioridad sea el proceso electoral que se vive en el estado.
Aunque, por el contrario, todos los candidatos afirman y reafirman que se ocuparan de ellos, los más desprotegidos, un discurso conocido desde siempre, pero siempre pronto olvidado.