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EL ITACATE: SCHOPENHAUER, NIETZSCHE Y FREUD SOBRE EL ARTISTA, GENIO O NEURÓTICO?
Por Agustín Almanza Aguilar
22 / Julio / 2014
El tema de la locura y la genialidad ya lo habíamos tratado (véase ‘Gente & Poder’, Enero 9 del 2013), pero me topo hoy con otra exposición del mismo, gracias a la pluma de Yunuen Esmeralda Díaz Velázquez, en un interesante ensayo publicado por la revista Médico Moderno. A ella recurro, con algunas Digresiones (sí; esas interrupciones del tema para hablar de algo accidental), que el lector (a) sabrá perdonar.
Aquí se presentan tres visiones sobre los artistas, sobre el genio, y son las de Schopenhauer, Nietzsche y Freud de las cuales Yunuen (¡qué nombre tan extraño y exótico! Parece que la tendencia es eso, llamarse así, y entre más estrambóticos sean se cree que ello implica más alcurnia y prosapia, como una forma paradigmática de un axioma epistemológico -¡Ah, verdad! ¿Qué se siente? Y todo por andar leyendo Marcelino Cereijido-), nuestra invitada, comienza con lo siguiente: Existe una visión idealizada sobre el artista escuchando a las musas y convirtiendo esas revelaciones en algo tangible, la cual ha sido confrontada por algunos pensadores, quienes han tenido su propia idea, considerándolos Genios, como es el caso de Schopenhauer y Nietzsche, o hasta penar en ellos como seres poseídos por una cierta neurosis, como Freud.
Bien; detengámonos en Freud.
Para el psicoanalista, el artista es un ser introvertido, quien al no poseer los medios para hacer realidad sus deseos, debe avocarse al arte. Es un pobre neurótico (En potencia) con sed de gloria, de honores, de poder, de conquista, riqueza y amor, pero le faltan los medios para conseguir todo esto y, por lo tanto, le vuelve la espalda a la realidad, convirtiéndose en artista ¡Todo un frustrado y amargado! Su centro y su corona de laurel existen sólo en su imaginación: ¡Nadie Me Comprende!... Freud lo coloca en al ámbito de la enfermedad mental; en carne de psiquiatra. No los toma como normales (¿Freud era una persona ‘Normal’?); no les concede la gracia de estudiar seriamente su trabajo, descalificándolos tajantemente. Así, ¿quién es el ‘Loco’ en realidad?...
Ésta visión –continuamos con Esmeralda- es también una práctica de poder ejercida por aquellos que temen a la imaginación. La Alteridad ha sido y es condenada como signo de peligro, todo aquél que entre a éste territorio pierde contacto con los otros, los normales, los correctos creo que todos somos parte de la alteridad. Catalogar a los artistas (a los realmente artistas, no los espurios, subrayo –N. de la R., escribiría Monsiváis- como locos, es quitarles toda posibilidad de comunicación, es condenarlos al exilio y no permitir que su trabajo nos cuestione, es no ser interpelados por él.
Y es que –en efecto- en la obra de Arte subyacen un sinfín de ideas, y muy originales y valiosas. Un ejemplo que siempre he puesto: En la piel de lo común cotidiano se encuentra todo un Universo de inspiración creativa. Shakespeare ya nos hablaba de ello, en su Hamlet: Que la existencia toda es un gran teatro
Para Schopenhauer el Arte es una forma de conocimiento (como la Ciencia o la Filosofía); es un medio de comunicación, con la idea Fundamental, con los Real Trascendental Así, el Genio es un ser dotado de cualidades especiales que lo separan del resto de los hombres, de la especie humana: Es un espejo de la Esencia del Mundo (Cap. XXVI de ‘El Mundo como Voluntad y Representación’).
¿Y Nietzsche, qué decía? Bueno, pues el Artista es un ser Genial que es capaz de sustraerse de la realidad (insisto: ¿Qué es la ‘realidad’ Real Mente?) circundante, para fundirse en la eternidad. Es, pues, la Naturaleza de lo Sublime, la Esencia de lo Dionisíaco, la Verdad Original del ser humano.
Ambos coinciden –toma de nuevo la palabra Díaz Velázquez- en esa capacidad de ver la esencia de las cosas hace que a veces los artistas sean personas incomprendidas, pues el resto de los hombres, imbuidos en los problemas cotidianos no alcanzan tal entendimiento La autora subraya que esas posiciones de autovaloración como ‘Genios’, ese discurso, es sólo otra práctica de poder. Con ello se está subajando a la otra humanidad, a los ‘No Dotados’, para el arte –en este caso-. ¡Ese creerse ‘superior’ a los demás es aberrante!... esta posición ideológica me recuerda a un ensayo del gran José Ortega y Gasset, en su obra El Espectador (Moralejas, No ser Hombre Ejemplar).
Jesucristo mismo lo dijo: Vine a Servir
Serendipia: Digna Merces Labore –Trabajo Dignamente Recompensado-