La Güipa: Y todos felices

Por: Oscar González Bonilla

18 / Agosto / 2014

Hace muchos años, no recuerdo cuántos, que no asistía a presenciar un encuentro de basquetbol, desde que me emocionaba con los buenos juegos que en el Mesón de los Deportes ofrecía el equipo Coras de la Universidad Autónoma de Nayarit como integrante del Circuito Mexicano de Basquetbol (CIMEBA).

Parece ser fue en 1989 y 1990, últimos años del rectorado en la UAN del ingeniero Salvador Villaseñor Anguiano.
En días pasados terminó la veda. Como miles de nayaritas me di cita en el Auditorio de la Gente para ver el espectáculo de la gran final del Centrobasquet 2014 entre las selecciones de Puerto Rico y México, por cierto para nuestro nacionalista orgullo los nuestros ganaron 70-64.

Alejado hace tiempo de estos menesteres, seguro porque la edad se me vino encima, en la actualidad mi reposado tiempo más dedicado a la lectura y redacción de mamotretos, pero lo que es peor sin trabajo remunerado y por lo tanto sin compromiso, mucho menos responsabilidad con medio de comunicación alguno de Nayarit, pero tampoco con ningún otro del país, como sí la tuve en el pasado.

Reducido mi interés por este corto torneo de relevancia internacional, fui entonces empujado por mi veinteañero hijo, Oscar González Huerta, a encontrar la manera de llegar al interior del escenario, su entusiasmo era desbordado pues él cuando menos en tres ocasiones estuvo presente en anteriores partidos de alarido. Pero al mismo tiempo se hallaba desesperado porque quiso comprar boletos de ingreso a la final, pero ¡oh desilusión! estaban agotados, con anterioridad habían sido vendidos.
Llegó a decirme habla con Roberto, gobernador de Nayarit, para que nos permita la entrada, al cabo es tu amigo. Hasta allá llegaba su desesperación. Lo persuadí diciéndole que no atendería nimiedades como esa, cuando es que tiene cosas más importantes que atender a la altura de su responsabilidad como gobernante. No es por ahí, hijo. Pero ya que insistes, buscaré el conducto para lograr que estés presente en ese juego que tanto añoras.

Fue precisamente la mañana de ese día del juego final que por pura casualidad me encuentro a José Luis González, periodista este que presta sus servicios profesionales en la oficina de prensa del gobierno de la gente (o como se llame), es el operativo, segundo de a bordo del titular Raúl Rodrigo Pérez Hernández. Le narré la desesperación de mi hijo, me dijo no hay problema yo los meto, cuántos son, fue entonces que aproveché el viaje para incluirme, dos le dije. En cuanto lleguen al auditorio me llamas, ahí voy a estar, y enseguida me dio el número de su teléfono móvil.

Sabido que su primo Juan Manuel González El Mana y el hijo de éste Erubey se irían desde las cinco de la tarde, mi hijo me apresuraba a madrugar porque estaba garantizada la aglomeración de aficionados, tomando en cuenta que el Auditorio de la Gente tiene capacidad para albergar doce mil almas. Era posible que a esa hora ni las puertas de acceso estuvieran abiertas, el juego estaba programado para iniciar a la ocho de la noche. No hubo más alternativa que llamar a José Luis González, quien dijo que estaría en el lugar a las siete. Órale.