Agente de tránsito rata y sinvergüenza le quita la placa al Chema Castañeda en Santiago

02 / Septiembre / 2014

Por José María Castañeda


SANTIAGO.- Está dicho que el mes de agosto no fue el mío, y veamos por qué, luego de las vacaciones que tomara en la industrializada ciudad de Oakland, California; vacaciones que duraron 16 días, a mi arribo de nueva cuenta al poblado que me viera nacer, de inmediato me pegó una infección estomacal que me hiso pensar hasta en hacer mi testamento.

Sin embargo gracias a la sapiencia médica del Dr. César Rodríguez y de la Doctora Lilia N, logré reponerme, luego que por la parte trasera era una bomba perkin y por la parte delantera ni una gota. 8 inyecciones de penicilina lograron contrarrestar este mal. Por lo que al reintegrarme a mi trabajo de lleno el pasado jueves, al llegar a la presidencia municipal, misma que se encuentra en remodelación, al descender de mi vehículo para dejarle un periódico de Gente y Poder a la jefa de personal e ir a reabastecer mi cartera al cajero -la que andaba seca; luego que ahorita no cae ni siquiera una maldición-, el agente de tránsito municipal Julio César Virgen C., con quien por cierto me llevaba bien, ya que cada que me veía me vacunaba: que para el refresco, que para unas galletas, o un coco de agua; éste me amenazó con infraccionarme argumentando que estaba en doble fila. Cosa totalmente falsa, ya que efectivamente estaba estacionada una motocicleta y eso impedía que me pegara a la banqueta.

No obstante pasaban perfectamente los carros por un lado de mi vehículo, incluso hasta un camión que trasportaba electrodomésticos a la tienda Elektra, paso sin que pasara nada, a mi regreso, me dijo ‘Botete’ y otras linduras, pero bueno el que se lleva aguanta. Pero donde el que no aguantó fui yo. Fue cuando me di cuenta que efectivamente me había quitado la placa trasera de mi camioneta sin haberme dejado la infracción en el parabrisas, cosa que me hiso regresar a reclamarle diciéndole que lo que había hecho era un robo, toda vez que no había dejado el folio de la infracción.


El agente de tránsito, quien no rebuzna nada más porque Dios es muy grande y a lo mejor porque no se sabe la tonada, en lugar de aceptar su culpa se envalentonó ante la presencia de policías municipales que presumiblemente iban a detenerme por el sólo hecho de decirles sus verdades al agente de tránsito del poblado del Quemado, sin embargo al escuchar que le decía que no actuaba con sentido común y que en el menor de los casos quien denigraba el uniforme que portaba era él, ya que era de sobra conocido que a todos les pide prebendas como era mi caso que diariamente le daba para los chescos, para las galletas o para el coco de agua, mientras que a los mismos repartidores de la empresa Bimbo les pedía paquetes de Gansitos, de galletas o de Submarinos.

Sin embargo esto no le bastó ya que finalmente me infraccionó, o mejor dicho me robó la placa por que no se califica como infracción al no dejarme el folio. Afortunadamente el director de la corporación, una persona a la que conozco de vista, pero que desgraciadamente no se su nombre, me entregó la placa, pidiéndome nada más que el secretario firmara la infracción. Sin embargo, insisto cuídense de este agente del tránsito de nombre Julio César Virgen C., ya que es un cleptómano irredento con el que tienes que cooperar a la de a fuerzas, desde un refresco, un paquete de galletas un coco de agua o ya de perdis un ‘tostón’. ¡Aguááás pues!.