Estuvimos a la nade y nade, día y noche: Náufrago de San Blas

* José González detalla que por momentos alucinaba, creyendo escuchar el motor de alguna lancha.
* Su compañero Rogelio Flores, aún desaparecido, le dijo la última vez: ya no puedo nadar.
*Se puso feo y las olas eran grandes, reventando contra La Janda, la lancha donde permanecían los pescadores. Para donde voltearan era lo mismo: el mar lejos de la calma, violento.

23 / Septiembre / 2014

Por Oscar Verdín Camacho

Al mediodía del viernes 19, un viento caliente llegó al lugar donde José González Bravo El Negro, de 23 años, y Rogelio Flores Martínez El Pollo, de 27, pescaban, a unas 50 millas del puerto de San Blas.

Se puso feo y las olas eran grandes, reventando contra La Janda, la lancha donde permanecían los pescadores. Para donde voltearan era lo mismo: el mar lejos de la calma, violento.

Sin radio de comunicación y temiendo lo peor, José González empezó a preparar una malla y botellas de dos litros de refresco que les ayudaran a flotar.

Alrededor de la una de la tarde llegó el momento temido: una ola los tiró de la lancha, iniciando el naufragio, el nadar de día y de noche y el miedo a ser devorados por tiburón.

José y Rogelio salieron de San Blas a la una de la madrugada de ese viernes y debieron regresar alrededor de las cinco de la tarde. Pero oscureció y al no tener noticias de ellos, el sábado se inició la búsqueda.

Rogelio y yo nos agarramos de la malla y estuvimos a la nade y nade, de día y de noche. En la noche sentía más miedo porque no se ve; nadábamos en dirección a La Piedra del Asadero porque es un lugar a donde van pescadores.

Recuperándose en una sala del Hospital General de Tepic, con quemaduras por el sol en el cuello, El Negro continúa: varias veces oí aviones, de los que van para Mazatlán o Vallarta, pero a veces era nada, ¡estaba alucinando!. No nos llovió y tomé un poco de agua del mar.

Mientras en el mar los pescadores de San Blas se aferraban a la malla y los galones para flotar, más de 20 lanchas continuaban la búsqueda, lo mismo que el helicóptero Apache del Gobierno del Estado.

Las familias de ambos se concentraron en la bodega de Débora, el patrón, y desde ahí esperaban noticias; entre ellas estaba Fabiola Mendoza Pérez y el pequeño Emir, de dos años, esposa e hijo de José.

De acuerdo con el relato de González Bravo, poco a poco los fueron abandonando las fuerzas a él y a su amigo. A veces hablaban entre ellos y se animaban a seguir nadando, o de plano sólo se concentraban en moverse. A la distancia se veía La Piedra del Asadero pero parecía un espejismo.

Dice que el domingo al mediodía todavía animó a su compañero cuando aquel le dijo: ya no puedo nadar.

Rato después, José escuchó el ruido de un motor de lancha y empezó a gritar, a gritar, a gritar. Eran las últimas fuerzas que yo tenía.

¡Allá está uno!, fue la exclamación de alguno de los ocupantes de esa lancha, cuyos nombres recuerda: Juan Flores, Carmelo, Cristian, Pablo y Juan Luis.

José fue subido a la lancha y hasta entonces se dio cuenta que Rogelio ya no estaba cerca de él. José se negó a ser llevado a tierra. Quería encontrar a El Pollo. Le grité y no encontré respuesta. No me dí cuenta cuando se soltó. Por aquí tenía que estar porque hacía poco que habíamos hablado.

Enterados vía radio, otros lancheros se trasladaron a la referida zona, lo mismo que el Apache. Sin embargo, aún se desconoce el paradero de Rogelio Flores.
Trasladado primero a la Zona Naval en San Blas y luego al Hospital General de Tepic, González Bravo ha sido sometido a diversos estudios médicos y se le reporta en estado de salud estable.

Fabiola Mendoza, esposa de José, contó que la primera noticia que tuvo sobre el hallazgo fue por radio. Encontramos a uno, habría escuchado y después aumentó la expectación por saber quién era. Es El Negro, oyó decir.

Lloré de alegría, lloré por mi hijo, y lloramos todos porque ahí estaba la familia de Rogelio y a él no lo encontraron. Ahí estaba su esposa llorando. Tiene tres hijos, niños.

El Gobierno del Estado ha anunciado que continuará la búsqueda de Rogelio.
Si, que lo encuentren.
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