Líneas: También son seres vivos

Por: José Ma. Narváez Ramírez.

11 / Noviembre / 2014

Si usted siente mucha indignación por los desaparecidos (hasta hoy) estudiantes de la Normal de Guerrero, también debe sentir dolor por los perros callejeros (valga la comparación) desamparados, que pululan por las vías públicas, especialmente de Tepic, donde son recogidos por los integrantes del grupo de la perrera municipal, de la que existe la creencia de que en ese resguardo son maltratados y mal alimentados, y en algunos casos son privados de la vida por carecer de medios para preservársela y por no encontrar un alma caritativa que les dé cobijo. Ojala tuvieran nexos con las diversas asociaciones protectoras de animales (con todo y sus carencias y sacrificios) para que lograran encontrar personas que se interesen en ellos, y que combatan a los vendedores de perros de raza que hacen pingües negocios con éstos comercializándolos en algunos lugares de la ciudad –como hacen los vendedores pajareros- resultando engañados ya que no tienen las vacunas correspondientes (como la del parvovirus) y se les mueren causando más gastos innecesarios.

Pero no es tan cruel el destino de estos seres vivos que nadie parece notar en los lugares donde pasan los días y las noches, tratando de encontrar –no digamos un dueño- sino un mendrugo de pan que les sirva de alimento y un lugar donde guarecerse de las inclemencias del tiempo y de algunos humanos que los combaten como si fueran alimañas o fieras salvajes, no siendo más que débiles canes muertos de hambre, de sed y de frío la mayoría de las veces enfermos de desnutrición y de todas los males que la calle en el aislamiento de las multitudes les causa y que algunas veces los dueños de los carros les quitan la existencia o los condenan a vivir baldados, echándoles el vehículo encima.
El día de ayer fueron las 24 horas más aciagas en la asistencia de estos seres abandonados a su suerte por el egoísmo y la indiferencia del mejor enemigo de ellos: el hombre, muchas veces ocasionada por las necesidades que en nuestros congéneres existe como consecuencia de otros malos sentimientos, como son: la avaricia, el abuso del poder, el saqueo, la maldad, el meimportamadrísmo y todo lo que usted pueda imaginar.

Es seguro que alguna vez ha logrado ser dueño (por así decirlo) de una mascota, y en ella ha volcado todo su amor y le ha brindado su protección sin hacer caso de sus propias limitaciones económicas y las de espacio en su hogar, simple y llanamente que le hace caso a su corazón y acoge a un animal como compañero suyo o de sus hijos Igualmente le ha ofrecido un lugar especial en su casa a un perrito que se encuentra enfermo o que se lo haya topado en la calle sin dueño, sin amo deambulando, sufriendo, ladrando a los cuatro puntos cardinales como implorando a Dios que le ayude a encontrar una alma caritativa que lo haga su amigo, que lo reclame y le brinde hospitalidad y esperanza de vida.

Son seres vivos que necesitan cariño y que ellos lo brindan sin esperar más que un pedazo de comprensión, de compañía para demostrar que saben querer, y jugar, y entender a los seres humanos tanto o más que ellos mismos.
Le invitamos a que adopte o se deje adoptar por un perro callejero Hace unas semanas conocí a un espécimen de la raza canina de los llamados chihuahueños, olvidado entre los llamados los callejeros de La Loma, -según la vecina que me observó llevarlo a nuestro hogar- dice que tiene cuatro años de edad y que no imagina realmente cómo ha sobrevivido entre la pequeña manada con los que compartía su desolación El perrito presenta muchas cicatrices que enseñan los mordiscos que le propinaron otros animales al pelear por los alimentos –si así puede llamárseles- por los que luchan estos seres olvidados por los diferentes rumbos de la ciudad Yo pensé que: antes no lo han destrozado, los más grandes y más fuertes

Pero Control Señores Control No ha sido así, mis nietas le pusieron por nombre Ursus -tal vez con mucho sentido del humor porque es del tamaño de un conejo- Estaba enfermo de la piel y muy flaco ahora poco a poco va recobrando su peso, su pelaje y su confianza en los seres humanos quizá no la había perdido del todo aunque perdió el ladrido, sabe –con la mirada tierna y agradecida- comprender que existe otro mundo para él un mundo de alegría y felicidad que apenas cabe en su maltratado corazón Le damos gracias a Dios por haberlo conocido

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