EL ITACATE: EL REFUNFUÑO DE LOS FALSOS CRISTIANOS

Por Agustín Almanza Aguilar

12 / Enero / 2015

Murmurar es una palabra que lleva la acción del hablar mal de alguien, de un quejarse entre dientes y en voz baja. Consideramos que ello es un acato de cobardía, de falta de valorar. La palabra COBARDÍA, curiosamente, viene del francés antiguo ‘COART’, y éste de ‘COE’, que significa ‘COLA’, tal vez porque el cobarde esconde la cola y huye.

Los murmuradores acostumbran a hacer ruidos prolongados, mascullan insistentemente, gruñen, refunfuñan, rezongan, andan disgustados, inconformes. Son seres negativos y falsos, son HIPÓCRITAS; no hablan claro. No se enfrentan cara a cara con sus problemas y, por lo regular, buscan compasión de los demás, aparentando hueca bondad del alma. Son antisociales, no dignos de confianza. El que se expresa mal de otros delante de ti, hablará mal de ti delante de otros, decía un filósofo francés (Denis Diderot). Y es verdad.

La biblia, el nuevo testamento, nos habla de éste tipo de falsarios: Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano, y juzga a su hermano, ese tal murmura de la Ley; pero si tú juzgas a la Ley, no eres guardador de la Ley, sino Juez ¿Quién eres tú que juzgas a otro? (Santiago, IV, 11-12). Se nos recuerda también, que aquellos murmuradores del desierto, cuando MOISÉS perecieron por el destructor (I Corintios, X, 10; Números XIV, 1- 37). Al Dios Verdadero y Único no le agradan los murmuradores en su templo, es decir, en nuestro cuerpo (I Corintios III, 16, VI, 19). Y lo malo que vemos es que ese vicio del alma se dá aún entre miembros que se autonombran salvos y perfectos, y elegidos, y santos de diversas organizaciones, congregaciones, religiosas, que no salen casi de sus lujosos templos, olvidando que Dios es espíritu, y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que le adoren Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoraciones busca que le adoren La hora viene –y ahora es- cuando ni en Jerusalén adorareis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos Son palabras del propio Jesucristo. (Evangelio de Juan, IV, 21-24).

Murmurar de los propios hermanos es andar en tinieblas y en la mentira (I Juan, II, 9-11). Pero hacerles entrar en este tipo de razones es inútil, están, lamentablemente, mucho muy fanatizados, ¡Y pensar que –según su doctrina de fé, de su templo/iglesia- se dicen son los únicos que entrarán al Reino de los cielos!... (Mateo VII, 21).
¡Ah, VANITAS VANITATUM!

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