Edición del Día
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28 / Enero / 2015
Por Jolumeca
Ixtlán del Río, Nayarit, hablar de una ciudad, es hablar de lo increíble y lo efímero, es tratar de entender cómo es que miles de personas entienden lo que hay y lo que no hay que hacer, hablar de Ixtlán del Río, del municipio de la piedra de obsidiana, es tratar de entender el orden dentro del caos, a la brava, de un caos ordenado y viceversa.
Los Ixtlecos deberíamos de ser reconocidos como artistas imaginativos a la hora de ser gandayas y es que desde las altas esferas hasta las bajitas, nos hemos convertido de a poco en una ciudad de personas que queremos llegar antes, comprar antes, estacionarnos antes, avanzar en las filas antes y en antes, antes, ser los primeros aunque otros hayan llegado primero.
Baches por aquí, allá, acullá y baches dentro de baches, calles sin sentido, a pesar de que existen estacionamiento con bajo precio, se ven camiones por todos lados y a toda hora, urbano o de carga, todos contaminan, tiendas tienditas y tiendotas, trafico infernal sin que la pseudoingenieria vial oficial y mucho menos por la ciudadanía que usa el coche hasta para lo más indispensable.
La cuestión de gandayas, la mala onda y la terquedad de las personas en las que nos hemos vuelto los habitantes de este lugar, ¿Por qué?, ¿qué haremos para no comernos entre sí sin apocalípticas razones?, quizás y solo quizá, si aprendiéramos de nuevo a dar las gracias a ceder el paso, a permitir y pensar, a no pensar solo en lo que a nosotros nos atañe.