Mi Primera Historia

09 / Marzo / 2015

Ricardo Matzuwa Ayon

En la Fundación Isidro Fabela, contó la siguiente historia con gran orgullo, que se le iluminaban los ojos, relato que también se encuentra en su página personal: Comencé a dibujar a la edad de ocho años, gracias a una tarea que nos dejó la maestra Alicia, quien me impartió 1° y 2° grados de la educación primaria. Fue en la escuela primaria DR. Jaime Torres Bodet, en la delegación Tláhuac, D.F., donde nací; a la cual ingrese junto con mi hermano Carlos, quien tenía seis años de edad.

Dicha tarea consistía en dibujar en una hoja de frutas y verduras debidamente iluminadas. Al llegar a casa le comenté a mi mama lo relativo. En la tarde después de la comida, me apuró a hacer mi tarea. Me colocó en medio de la mesa, un plato frutero con una cebolla, un plátano, un jitomate, una jícama, y dos zanahorias (parece que las estoy mirando).

En seguida dibujé una a una las piezas con cierta seguridad. Fue muy emocionante ir descubriendo poco a poco que podía lograrlo; sobre todo porque las piezas tenían un acomodo especial. Después de dibujarlas, las ilumine. Claro que fui el único alumno que hice una tarea así. De momento la maestra Alicia dudo que yo hubiese hecho ese trabajo.
Mi papá y mis tíos me ponían a practicar los ejercicios que se hacen antes de aprender a escribir, tales como: óvalos, rayas horizontales y verticales, rueditas y espirales. Hasta me amarraban el brazo izquierdo en la espalda, para que escribiera con la mano derecha porque yo era zurdo. Pero no recuerdo haber dibujado antes.

Cuando tenía 10 años nos vinimos a radicar a la ciudad de Tepic Nayarit, al lado de mi abuelo Epifanio. En seguida mi mamá recurrió a inscribirnos a 3° grado, a Carlos y a mí, en la escuela General Lázaro Cárdenas del barrio el Ejido. De ese grupo recuerdo el nombre de muchos compañeros, pero uno de tantos es; Antonio Pérez, V. Él era un ferviente admirador del héroe de las multitudes: Santo, El Enmascarado de Plata;por lo que me pidió dos o tres ocasiones que le hiciera el dibujo de la máscara y el personaje. Yo le hacia sus dibujos y me pagaba un peso de los de la esfinge de Morelos cada vez; cosa que era muy emocionante por dos razones, una porque podía hacer los dibujos, y la otra, por recibir el pago.

Fue en la escuela primaria Miguel Hidalgo y Costilla, donde cursé los tres años restantes de mi educación primaria. Allí gozaba de prestigio por ser reconocido como uno de los mejores dibujantes de la escuela, a la que represente en un concurso estatal de dibujo cuando cursaba 5°grado.
Durante las etapas de secundaria y preparatoria,dibujé ocasionalmente, solo para cumplir con las tareas que se requerían.

Lo que más recuerdo de la secundaria, fue la época en que me la pasé dibujando a la mayoría de mis compañeros y compañeras de clases de historia,civismo,química, física etc., excepto de matemáticas y español, porque los maestros de esas materias, eran más estrictos.

De la preparatoria, lo que más recuerdo, fue un autorretrato de perfil, que hice mirándomeatravés de dos espejos, para una tarea que nos dejó la maestra de inglés, que consistía en escribir mi autobiografía acompañada de fotografía o autorretrato. Fue un dibujo a lápiz que abarcaba la hoja completa; ¡y me salió muy bien! Yo había sido un excelente estudiante desde la infancia;incluso fui presidente de la sociedad de alumnos de mi escuela secundaria Belisario Domínguez por ser un alumno sobresaliente en todas las materias. Sin embargo, después de dos prolongadas huelgas de trabajadores de la U.A.N., que se suscitaron los dos primeros dos años de la preparatoria me fue bajando el interés por estudiar cualquiera de mis dos carreras favoritas, que según mi test de orientación vocacional, eran Medicina y Arquitectura; y egresé de la preparatoria con muy bajas calificaciones y desorientado; de tal manera que ya no supe nada que hacer; y decidí tomarme un descanso o más vacaciones de un año. En seguida empecé a escuchar dentro de mí, con frecuencia, una vocecilla que me preguntaba: ¿qué onda con tu vida, que piensas hacer, que vas a estudiar? En ese diálogo interno, yo mismo me respondía: no te lo tomes tan en serio, estás descansando y me conformaba de momento, pero no estaba en paz.

Y luego luego recordaba constantemente, con inquietud sueños y fijaciones de mi infancia. Sueños de personajes, animales y formas arquitectónicas, todo de mosaicos de colores. No sé si esos sueños venían conmigo naturalmente, o me influí de los paseos que hice con mi mamá o con mi tío al centro de la ciudad,pues nosotros vivíamos en la orilla. Y al ir en el camión o en la bicicleta con mi tío, iba mirando casas bonitas, hospitales, etc. etc. También muchas veces durante la infancia, estuve en cama enfermo de catarros, gripes, oídos reventados, ataques y calenturas y creo que la combinación de medicamentos con la visión de las clínicas y casas con mosaicos y azulejos donde me atendían, mequedaron en el subconsciente y me crearon sueños alucinantes. En la casa de México D.F. había un baúl de tamaño mediano, que entre otras cosas, al esculcarlo encontré pinturas en polvo y crayones suaves de bonitos colores. .. Recuerdo los verdes, azules rojo, violeta anaranjado y café; yo los usaba para colorear dibujando. A media que fui creciendo y estudiando, me preocupaba no poder expresar mis ocurrencias y fijaciones de la infancia. Sentía que tenía cualidades para el arte, pero tenía miedo.

En 1979, a la edad de 18 años, conocía Oscar Rodríguez, pintor de la ciudad de México, cerca de Puerto Vallarta, por un incidente en carretera en que él se encontraba en dificultades con su vehículo. Nos tocó auxiliarlo mi hermano Carlos y yo. Por tal motivo nos invitó a visitarlo en su domicilio de la capital. Fue hasta el invierno de 1981, en aquel periodo que decidí no estudiar, cuando visite por primera vez a Oscar. .. Toque la puerta. .. Abrió Jeane la ventanita de madera... Seasomó y me saludo ¡Hola!, ¿cómoestás?, fue a llamarloél se sorprendió me dijo: ¿cómo estas mi hermano?,abrió la puerta, me abrazó y me invitó a pasar. Desde el momento en que di los primeros pasos para entrar al departamento, empecé a mirar su colección de cuadros,sus esculturas y muchas cosas que rodean a un artista. En ese momento me sentí invadido por una vibra diferente, un ambiente completamente distinto y distante de lo que yo concia. Casi me quedé mudo, me sentí poca cosa, estaba muy emocionado casi traumado le pregunte que si el hacía todo eso... me respondió señalando algunos cuadros y las esculturas de troncos grandes que eran de su autoría, y otros, su colección de pintores reconocidos, tales como: Rufino Tamayo, Francisco Toledo, Pedro Coronel IránDarroUdi, ArnolBelkrin, Feliciano Béjar, Arnulfo Mendoza, Filemón Santiago, Leonardo Nierman y José Luis Serrano.
Después de este encuentro viaje a un pueblo en la sierra hidalguense a visitar a un amigo. Recuerdo que en los viajes de ida y regreso por esa sierra, todo lo miraba como pintura y me transportaba a ese encuentro importante con Oscar. Al regreso de su viaje, apresuradamente fui a ver a Oscar por segunda ocasión, ya que él me dejo la posibilidad abierta. Inmediatamente le dije que yo quería ser pintor... como él... me respondió... está cabrón, la vida de pintor es muy difícil, pero si quieres quieres... llamo a Jeane. .. Oye éste cabrón quiere ser pintor... le digo que esta cabrón... y compartió algunas dificultades de su experiencia y como pareja. Sentí miedo sin embargo el encanto era muy fuerte y dentro de mi había disposición. El termino diciendo: tienes nuestro apoyo... ¿verdad Jeane? Tiempo después me regalo unos pliegos de papel para acuarela y otras técnicas; y me dijo repetidamente que me pusiera a dibujar, sin miedo de echar a perder los papeles.