REDESCUBRIENDO: Jesús y la Semana Santa.

Por: José Miguel Cuevas Delgadillo

07 / Abril / 2015

Todos sabemos que la misión principal de Cristo fue morir por la humanidad para perdón de los pecados. Año tras año recordamos su muerte los días santos de la semana mayor. La muerte del Mesías se recuerda mucho y se reflexiona poco. No se analiza desde la fuente primaria: La Biblia. No existe un esfuerzo serio y académico por aportar un comentario acertado sobre el tema. La mayoría de las opiniones son hechas sin tomar en cuenta el contexto histórico y las enseñanzas de Jesús. Es de esperar que en los próximos días encontraremos un sin fin de opiniones, comentarios, artículos, nuevas publicaciones, sobre el nacimiento, vida y muerte del Maestro. No hay duda, Jesús vino a dar su vida. Así lo atestigua él mismo en uno de los evangelios: Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. (Juan 10: 17,18) El propósito de la Semana Santa y sus días sucesivos es recordar su muerte; pero no debemos ignorar el impacto que tuvo su vida una vez adulto. Mal o bien la gente procura reflexionar sobre el sentido de su muerte. Sin embargo, en este espacio no voy a profundizar en el tema. Mi interés es hablar sobre el impacto de las palabras de Cristo, sobre sus enseñanzas y las repercusiones en los diferentes ámbitos de la cultura occidental. Ignoradas, por cierto.

JESÚS: EL MAESTRO POR EXCELENCIA.
El carisma de Jesús fue seductor. Sus palabras tenían el toque de la fuerza del convencimiento. Cuando hablaba los efectos eran inmediatos. El evangelista Lucas cita un ejemplo ilustrativo: Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo. Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder El evangelista añade contundente: Y su fama se difundía por todos los lugares de los entornos. (Lucas 4: 31, 32) El pasaje refleja la autoridad de Jesús para abordar los temas teológicos, además, muestra la actitud de las personas al escuchar sus cátedras: con respeto y admiración. Sin duda, la fama de Jesús aumentaba en las ciudades cercanas a Jerusalén, gracias a sus lecciones que impartía en la sinagoga de los judíos. En el evangelio de Juan se menciona: Los alguaciles respondieron: ¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre! En la actualidad encontramos la opinión de algunos intelectuales y escritores referente a las enseñanzas de Jesús. Sholem Ash, un intelectual judío que reconoció en Jesús un gran maestro, dijo lo siguiente: Jesucristo es la personalidad más sobresaliente de todos los tiempos Ningún otro maestro –judío, cristiano, budista, mahometano– es todavía un maestro cuya enseñanza sea una guía semejanza para el mundo en el cual vivimos. Otros maestros pueden tener algo básico para un oriental, para un árabe, o para un occidental; pero cada acto y palabra de Jesús tienen valor para todos nosotros. El llegó a ser la Luz del mundo. ¿Por qué no debería yo, un judío, estar orgulloso de esto?

Por su parte, el historiador Griffith Thomas en su libro Christianity Is Christ, afirmó: Aunque sin adiestramiento rabínico formal, él no manifestó timidez o excesiva conciencia de sí mismo, ni vacilación en cuanto a lo que él creía ser la verdad. Sin pensar en sí mismo o en su auditorio, habló en cada ocasión sin temor, totalmente ajeno a las consecuencias, y preocupado únicamente por la verdadEl poder de su enseñanza fue también sentido profundamente. La fuerza espiritual de su personalidad se expresaba en sus declaraciones y mantenía a sus oyentes cogidos en su encanto. La simplicidad y candor, y al mismo tiempo la profundidad de su enseñanza, la certeza, la universalidad, y la verdad de su enseñanza hicieron una profunda impresión en sus oyentes, y llegaban al convencimiento de que estaban en presencia de un gran Maestro tal como jamás se había conocido anteriormente.
El historiador Philip Schaff añade: Este Jesús de Nazaret, sin dinero y sin armas, conquisto más millones de personas que Alejandro, César, Mahoma y Napoleón; sin ciencia y erudición, derramó más luz sobre las cosas humanas y divinas que todos los filósofos y eruditos combinados; sin la elocuencia de las escuelas, habló tales palabras de vida como nunca antes habían sido dichas y como no lo han sido después, y produjo efectos que yacen más allá del alcance del orador o del poeta; sin escribir una sola línea, puso más plumas en acción, y proveyó más temas para sermones, oraciones, discursos, volúmenes eruditos, obras de arte y cánticos de alabanza que todo el ejercito de grandes hombres de los tiempos antiguos y modernos. Hasta la próxima. redescubriendo@hotmail.com