NUMINOR: EL LIBRO DE ‘SABIDURÍA’ ¿UN TEXTO APÓCRIFO?

Por Agustín Almanza Aguilar

14 / Mayo / 2015

Un libro, que no aparece –por lo cierto- en el canon de las biblias usadas por las congregaciones protestantes, es decir la Reina-Valera, o la de los ‘Testigos de Jehová’, es el de la ‘Sabiduría’. ¿Por qué? ¿Acaso se le tiene por no sagrado? ¿Por apócrifo?... Lo acabamos de releer y no lo juzgamos así, trae cosas muy edificantes.

Según unas notas que había acotado en las viejas lecturas, el libro se aceptó como canónico, por la iglesia católica, en el Concilio Tridentino (siglo V). El autor viviría en Egipto, de allí que es dudoso sea obra de Salomón, aunque otros apuntan que sí, basándose en el capítulo VII. A pesar de ellos se le insiste en que sería escrito a fines del siglo II, en tiempos de los últimos tolomeos, y representa lo mejor de los judíos de la diáspora. Así leíamos en un comentario de una versión de Nácar-Colunga. El Vaticano acepta, por lo pronto, que el autor es desconocido y se cree que fue obra de un judío piadoso de Alejandría. Veamos algo de su contenido.

No existe reino del infierno en la tierra (I, 14). Los impíos llaman a la muerte, y la tienen como amiga haciendo alianza con ella con sus corrupciones, como dignos de tal sociedad (I, 6). Como niegan la vida eterna, y creen que han nacido de la nada y a ella volverán, diciendo no hay retorno después de nuestra muerte, porque queda puesto el sello, y nadie vuelve atrás, creen sobre la lascivia, sin ningún temor de justicia divina ante el mal que hacen, oprimiendo al justo desvalido, sin respetar a nadie, empero anida en sus almas un odio feroz para con todo aquél que les señala sus errores e impunidades (II, 1-20). Son seres que no entendieron los misterios de Dios (ib., 22). Para esta raza de malvados habrá un fin nefasto (III, 19), además de que comparecerán llenos de espanto por el remordimiento de sus pecados, y sus iniquidades se levantarán contra ellos, y de nada les servirá su soberbia, ni la ostentación de sus riquezas: moradores del infierno (IV, 19-20; V, 8-14): (hey; entonces si hay un ‘infierno’)
Curioso es observar que tales impíos no serán destruidos totalmente, sino que estarán por siempre en es infierno, sufriendo. Entonces uno se pregunta –aprovechando el viaje-, ¿tampoco satanás será destruido?... Los temas religiosos, como los científicos, filosóficos o artísticos, son necesarios. Es más importante –para mí- el preguntar que el responder.

La sabiduría –según nuestra fuente- nos afirma que fuimos creados como seres inmortales y formados a imagen y semejanza del Ser Único y Supremo, y que por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo (II, 28-24)- Es la Sabiduría la que nos enseña a comprender todas las cosas ocultas y nunca vistas de la Creación Universal, y, con ello, sentir y conocer la presencia y existencia de Dios. Ella es la maestra de la ciencia de Dios y la directora de sus obras (VIII, 4). Y el que nos enseña a ella es el Espíritu Santo, que llena el universo entero (I, 5, 7). Ella es la que concede la inmortalidad (VIII, 13, 17), y en ella no existe corrupción alguna (VI, 20).

Una curiosidad: se habla de la redondez de la tierra (IX, 3) Y este asunto, recordamos, también lo encontramos en el libro de Job (XXXVII, 12). Aprovecho para subrayar que el autor, supuestamente alejandrino, nos señala a el cuerpo corruptible nuestro como una morada terrestre, y así entonces que nos dá a entender, ‘¿Qué somos espíritus encarnados?... (IX, 15).

La Sabiduría es, de todas las cosas, la más poderosa, y hay gran mensaje oculto y secreto (Cfr. I Corintios, II, 7) en lo que se lee: tuvieron sed, y te invocaron, y fuéles dada agua de UNA ALTÍSIMA PEÑA, y refrigerio a su sed de UNA DURA PIEDRA (X, 12; XI, 4).

Más curiosidades: por las cosas que uno peca, por esas mismas es atormentado (XI, 12). Dios creó al mundo de una materia nunca vista (ibídem, vers. 18). Entonces no se vino todo de la nada: ¿creación o emanación?... Otra: tú dispones todas las cosas con medida, número y peso (ib., 21). Habla de una raza maldita desde el principio (XII, 11), y luego, antes, que Dios no aborrece a nadie (XI, 25) ¿Hay seres predestinados al bien y otros al mal?...
Se puede venir al conocimiento del Creador, observando a las claras, la grandeza y hermosura de las creaturas (XIII, 5). Encontramos, también, una burla sarcástica sobre los hacedores y adoradores de imágenes e ídolos (XIII, 10-19; 1-31; XV, 1-19).

Habla de que el espíritu no puede volver a vivir en un ser humano, después de muerto éste, ni hará tornar el alma una vez recogida (XVI, 14).

En fin, para reflexionar, y no aceptar todo sin analizar, y hacerle al Descartes, es decir, dudar, no caer en el fangoso y humillante fanatismo. O ¿se me ‘hizo bolas el engrudo?

MalleusMaleficarum: Al cabo ya viene el fin de todo este sistema de cosas.

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