Estado de los ESTADOS: Impunidad y una red de complicidad

Por Lilia Arellano

28 / Mayo / 2015

Apenas se está generando una lucha en contra de la impunidad cuando nos presenta el gobierno otro rostro que tiene que ver con la venganza y, en ambos, los ciudadanos quedamos entre dos fuegos. Los hechos registrados en Tanhuato han abierto un nuevo expediente. Con un lenguaje diferente pero son varios los articulistas y columnistas que abren interrogantes sobre este operativo y lo llevan a ligarlo de manera muy directa con lo sucedido en el Operativo Jalisco, en el cual murieron oficialmente 30 agentes federales, miembros del Ejército Mexicano y se derribó un helicóptero, quedando al descubierto el armamento con el que cuenta la mafia.

Marco Rascón es tajante al señalar: siendo el presidente el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, tiene en su función dual una disyuntiva: aplicar el derecho civil o las militares; combate a la delincuencia o dirige una guerra: protege a los ciudadanos o se protege así mismo como fuerza beligerante. Y tal parece que esta dualidad lo lleva también a buscar la forma de proteger a los miembros de su gabinete, de hacer posibles los acuerdos que ellos tomen en el sentido que sea y llevados a cabo cubriendo lo mismo legalidades que ilegalidades. Ello independientemente del manto de impunidad con el que los ha cubierto, sobre todo a aquellos que conforman su círculo más cercano.


Ahora que, si lo de Tanhuato fue venganza por el enfrentamiento en el Operativo Jalisco y todo lo que en dos fechas se registró, es porque también antes hubo algún acuerdo que no se cumplió y se desataron los demonios, se empezaron a cobrar cuentas y palabras no cumplidas de unos y de otros. En medio de todo aparece esta inseguridad reinante y la farsa de un combate a la delincuencia que sólo cobra víctimas y no arroja ninguna buena cuenta.


DEL PRIMER CIRCULO

De una manera o de otra no se puede pasar por alto que todos los operativos, tanto el realizado el primero de mayo como el anterior, ambos en Guadalajara, Jalisco, y éste último en Tanhuato, pasan por el visto bueno, por la consulta, por la aprobación total de Gobernación, de la dependencia que se sitúa como cabeza en el gabinete de seguridad. Y, se ha visto, no siempre esto corresponde al pleno criterio de la cabeza de esa dependencia, del hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, sino que una buena parte recae en la responsabilidad de Luis Miranda, quien es no sólo miembro de ese círculo de primer orden sino amigo, muy amigo, del titular del Ejecutivo.

A partir de ese nombre y de los hechos registrados es que pueden sacarse varias conjeturas que terminen por explicar la ausencia durante varios días de Miranda en sus jornadas habituales en el Palacio de Covián o en las oficinas alternas en las que acostumbra también despachar. Aunque se trata de un personaje que salta a la vida pública nacional a partir de su nombramiento en Gobernación, en su entidad natal, el Estado de México, ya contaba con antecedentes que revelan, incluso, su derrota cuando pretendió ser el alcalde de la capital, de Toluca. Su trayectoria, al igual que la de muchos consentidos del sistema, es corta y se inicia en 1999, es decir apenas hace 16 años.


Dentro de su curriculum aparece que fue precisamente el encargado, el responsable de interponer las denuncias penales en contra de los comuneros de San Salvador Atenco, cuando éstos se negaron a recibir la fabulosa suma de diez pesos por cada metro cuadrado por sus tierras. Miranda aparece como uno de los funcionarios que participaron en la bursatilización de la deuda del Estado de México ya que justo en el 2002 lo nombran Secretario de Administración, aunque sus conocimientos eran meramente jurídicos. Se presumió de un ahorro con esa operación de 10 mil millones de dólares, pero la realidad reveló que los empréstitos aumentaron, con la misma, en 30 mil millones de pesos.