NUMINOR: EL PUEBLO TIENE HAMBRE ¡DENLE PASTELES!

Por Agustín Almanza Aguilar

08 / Junio / 2015

Redacto estas líneas por la mañana del domingo siete, día de las votaciones federales y al ir, con mi hermano Germán, a sufragar —por el café que regalaban las tiendas OXXO— nos enteramos que algunas mujeres estaban ofreciendo dinero ($200.oo) por ‘canalizar’ el voto a un partido político (no supimos cual; íbamos ya en el centro), ello en la gasolinera de Stephens, en la colonia Mololoa. Luego, ya en casa de nuestro otro hermano, el maestro Rafael, por la televisión, captamos más información, como que hubo quema de urnas en varias casillas de Guerrero (Tixtla, donde se declara cancelada la elección), en Oaxaca, Chiapas (donde quemaron un edificio del PRI ), en Michoacán, donde los purépechas rechazaron las elecciones y bloquearon el acceso a sus comunidades (en Cheran aun recuerdan la complicidad del ejército y la policía federal con los narcos depredadores de madera, siendo el lugar donde surgieron las guardias comunitarias.

Se observa mucho enfado, coraje, apatía, abstencionismo, pesimismo, violencia, un repudio generalizado y muy claro para con los políticos, calificados –en su gran mayoría— de parásitos, cínicos y corruptos, y esto es preocupante para el gobierno actual no viene gozando de mucha simpatía y credibilidad ante el pueblo. Muchos titulares de casillas no fueron a desempeñar sus funciones, y tampoco los suplentes, viéndose la necesidad de solicitar la cooperación de personas que hacían ‘cola’ para votar. Además de que muchas casillas no se instalaron a la hora señalada por la ley electoral, sino hasta unas horas después, lo que provocó desanimo en la gente. Todo un caos, toda una confusión, en estas históricas elecciones, que auguran peores resultados para lo del cambio y relevo de presidente de la nación. Y si a esto aunamos las estupideces del ‘pirrurris’ presidente del INE, el tal Córdova –el del ‘no mames güey, parecía Toro, el del llanero solitario’-, pues las ofensas a la voluntad popular se agigantan dramáticamente. ¡Aguas!
Recordemos lo que sucedía en Versalles, Francia, donde el rey vivía divorciado de la realidad de la miseria del pueblo, y se movía rodeado de aduladores, esos enemigos ocultos, de los que nos hablaba Seneca: ¡Denle pasteles!... Señor, ¡es una revolución, no una revuelta! Y vino lo de la toma de la Bastilla y las decapitaciones en la guillotina.

Los gobernantes olvidan las lecciones de la historia y por ello se ven, por inercia, a repetirlas. Los más grandes imperios –Roma, verbigracia— han caído por su corrupción e inmoralidad, por sus indolencias e injusticias, pues su soberbia, su vanidad, los enceguece de manera lamentable y trágicamente. Su ‘importamadrismo’ los hará deglutir sus propias heces, y estarán cosechando lo que han sembrado. Tenía razón Javier Sicilia cuando expresó aquella lapidaria frase: ¡Ya estamos hasta la madre!. Y al hablar de gobernantes –ejecutivo, judicial y legislativo, subrayamos su nefasto despotismo, que no ven frente a sus narices el hambre y la miseria de la mayoría de la gente, que pide ya a estentóreos gritos justicia y honradez. Aquí resulta oportuno el enfatizar las palabras del auriga que llevaba en su carruaje, en el coliseo de Roma, al Cesar, vitoreado lambisconamente por la masa popular: ¡Acuérdate que eres mortal, señor!Pero ¡Oh, ese Herr Alzheimer!, se me olvidaba que esa gran mayoría de ínclitos, egregios y ecuánimes’ gobernantes que nos han dominado despóticamente todos estos tristes tiempos ¡SON INCULTOS!

¡Esa adoración al ‘Becerro de Oro’! ¡Ese enfrentamiento con su monstruosa y gigantesca creación, con su GOLEM – la delincuencia organizada ¡El enfrentamiento con su YO horroroso. Aniquilarlo es, de hecho, practicarse el harakiri.
Es lo que nos cuentan ‘Juan Cuerdas’ y el ‘Mangas Mochas’, los mecapaleros, y es lo que se escucha, y no en susurros, tanto en las cantinas como en los mercados, en las peluquerías, en las plazas públicas, en los tianguis, etc., etc... Señores, con el hambre y la miseria de la gente no se juega, ténganlo presente, antes de que sea demasiado tarde.