LIBRE PENSAMIENTO: CRÍTICA RESPONSABLE

/ JULIO CASILLAS BARAJAS

12 / Junio / 2015

Sigo convencido plenamente del valor de la crítica constructiva. Ésta, bien procesada y aprovechada ésta sirve para mejorar, para corregir, para apuntalar lo que ya se ha hecho con anterioridad o modificar lo que se prevé realizar. La crítica destructiva, por su parte, afecta tanto al que la recibe como al que la impulsa y no le sirve a nadie, mucho menos a la sociedad.

La crítica constructiva es todo discernimiento que solemos realizar con el objetivo de ayudar a los demás. Se la considera como una colaboración gratuita, madura, responsable y de respeto hacia quienes está dirigida. Indudablemente su valor se funda básicamente en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a cada una de las personas involucradas en determinadas circunstancias, en sentido de colaboración y respeto fundamentalmente.
A veces corremos el riesgo de sujetarnos a este único punto de vista, sin tener presente cuales son verdaderamente las necesidades de los demás. Pero hay una cosa clara: en el periodismo profesional nada es personal; el comunicador asume un liderazgo social y los políticos y gobernantes así deben entenderlo.

Es por ello que esta actitud de criticar constructivamente desarrolla valores muy importantes como lo son la lealtad, honestidad, sencillez, respeto y la amistad, a la investidura, a la sociedad a la que se sirve. Siempre debemos dejarle en claro al receptor de que nuestra intención es criticar para construir y, de esa manera, cambiar y mejorar la forma de vida del pueblo. Todo ello evitará malos entendidos y una mejor predisposición del sujeto a recibirlo.
En política no se trata de agredir sino de señalar errores para que se corrijan. En todo caso, las estrategias de guerra política deben surgir de partidos contra partidos o de oponentes políticos entre sí. La prensa es solamente conducto de las expresiones libres de cada cual.
Los nayaritas manifestamos inconformidad casi de todo, lo que se percibe como una crítica en forma de oposición y rechazo a todo aquello que nos disgusta. Y no es así, casi siempre se realiza un juicio objetivo y valiente sobre la realidad aunque antes se impone analizar nuestro comportamiento y modo de pensar para adquirir credibilidad y confianza. Ser congruentes entre el decir y el hacer, es básico.

Es definitivo: las críticas que los medios de comunicación lanzan son para corregir la forma en la que se trabaja en el ámbito diario en el que nos encontramos; de tal modo calificamos negativamente a nuestros gobernantes señalando sus defectos, costumbres y hábitos, sí es que así lo amerita la condición; nos enfurecemos como sociedad cuando las cosas no se hacen como la mayoría desea, y las mayorías son las que mandan.

Todas las críticas duras y severas hacia personas que conocemos y lugares al que concurrirnos son de buena fe. Como se dijo antes, para que todo mejore. Tomamos en cuenta, sin embargo, que para ayudar a los demás debemos examinarnos a nosotros mismos, y no criticar por el solo hecho sin saber si no poseemos o cometemos los mismos errores. Hay que descubrir también todo lo bueno de las personas y de las cosas.

En conclusión, la reflexión es el camino que debe adoptarse para formular de manera responsable cualquier tipo de crítica. El respeto que debemos a las personas se manifiesta procurando su mejora individual; finalmente ello nos llevará a actuar con justicia, convirtiéndose en una actitud de servicio e interés hacia nuestros semejantes.