NUMINOR: ¡La batería se acaba y no puedo recargarla!

Por Agustín Almanza Aguilar

12 / Junio / 2015

-¡Nó; te vuelvo a repetir que esa adicción no se llama ‘celulitis’; que me estoy refiriendo a ese irredento vicio moderno del abuso del uso del celular, que hasta para ir al wc lo llevan consigo mucha gente: ya parecen robots!...

En efecto: en casi la totalidad de las reuniones, ya familiares, de amigos, o de romance, el uso y abuso de ese ‘aparatito’ es imperante; ya no hay contacto personal con los semejantes. Es ausencia de presencias Por las calles observas a las madres, jóvenes primordialmente, con sus crías al garete –con el peligro de que se los (as) roben-, pique y pique teclas y hable y hable, y el mundo que les rodea, el entorno desaparece. Lo mismo vemos en los novios, en las parejas de enamorados, en los parques, cada quien ‘en su onda’: ¡tan juntos y tan distantes! Y así un largo etcétera de caos. Esta dependencia tecnológica hacia tales dispositivos, lo mismo que las llamadas ‘redes sociales’, las conexiones a internet, y la comunicación inmediata a través de mensajería express son ya de suma relevancia en nuestra existencia, y han aumentado de manera vertiginosa. La Web una necesidad como el comer o el ir al mingitorio. Horas y horas conectados a las redes y con los celulares en la mano por las calles.

Los psicólogos contemplan esa comunicación inmediata, y constante, para mostrar las vidas a esos ‘aparatitos’, y sacan conclusiones –como terapeutas- de tales comportamientos, del mostrar sólo cosas positivas de ellos mismos y su entorno, factor asociado con un sentimiento de profunda soledad. Todas las relaciones reducidas al facebook; el caer en la ‘trampa’ de colgar cada cosa que se hace en el día, ¡ah!, pero sólo las divertidas, por supuesto. Lo bien que se la está pasando uno, aunque será mentira, ‘posteando’ fotografías en las que todo mundo sonríe, y jamás de los ‘jamases’ momentos de tristeza y dolor Son seudo relaciones, ya que no se interactúa entre sí, sino a través de máquinas que no muestran nuestra forma verdadera de ser.
SE enfatiza: cuando uno se relaciona cara a cara con otra persona es muy sencillo que ésta observe ciertas habilidades y cualidades, pero algunos defectos también. Con las redes sociales se tapan las partes incómodas de tales relaciones, y no nos mostramos tal como somos, y sólo nos damos baños de popularidad virtual. Las relaciones verdaderas no existen, y ya no hay tiempo, esfuerzo, y trabajo para establecerlas. Pero –ya es bien sabido- el peligro para adolescentes y niños es real

El abuso del celular nos afecta, como adultos, pero el riesgo de condicional el desarrollo y el crecimiento de los infantes o de los adolescentes es mayor aún. Dicho abuso de las redes sociales virtuales pueden facilitar el bajo rendimiento, el desinterés por otros temas y el aislamiento, con un desembocamiento en el sedentarismo, los dolores de espalda y cuello, obesidad y malos hábitos. Ante esta problemática, especialistas recomiendan que, desde el seno de la familia se generan otras dinámicas, que se fomente el deporte y la lectura, actividades culturales y la comunicación y el diálogo ayudan demasiado para el logro de una vida más allá de esas realidades virtuales.

Esos dispositivos buscarían hacer sentir menos soledad, empero lo que en realidad provocan es un distanciamiento de la gente que nos rodea: el charlar sin celular al alcance volver a experimentar la verdadera y más humana comunicación, ese mirar a los ojos
Pero, ¡oh! ¡La batería se acaba y no se puede recargar de inmediato!...

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