NUMINOR: Reminiscencias: Borges, Sábato, y Castiñeira

Por Agustín Almanza Aguilar

16 / Junio / 2015

Entre la balumba de cachivaches que mencionaba, encontré dos textos de dos obras, una de Jorge Luis Borges y, la otra, de Ernesto Sábato –curiosamente argentinos ambos-, con una diferencia de días, en este mes de la ‘exaltación solar’. Se trata de ‘El Aleph’ y de Abbadón’, curiosa, al momento de peregrinar estas líneas, brota otro documento que, a guisa de prólogo, tomo en consideración. Son trabajos coleccionables de la labor editorial del ya fallecido Celso Castiñeira de Dios, director de redacción de la revista ‘Médico Moderno’ (un saludo al doctor Víctor Manuel Carrillo, quien me ha obsequiado mucha literatura médica). Y, titulamos este trabajo como ‘Reminiscencias’ debido a lo que encontramos en nuestros carcamánicos archivos, donde un artículo nos llevó a recordar un texto caso olvidado y que éste evocó otro, que aún sobrevivía ‘flotando’. El asunto fundamental fue sobre el oficio de escribir.

Castiñeira se enfrenta a la dificultad de definir lo que se debe entender lo que es un escritor, aunque, para nosotros, es todo aquel que escribe, y no necesariamente libros. Pero enfatiza en que habla de aquél que ha decidido vivir de lo que escribe y asumir esa actividad como un destino personal. Y continúa: desde afuera de la literatura se podrá imaginar que un escritor es un ser indiferente a la realidad que lo circunda; proclive a la bohemia o al desenfado existencial; pobre en recursos económicos porque su objetivo está años luz del utilitarismo; anárquico con relación a un ordenamiento convencional de la sociedad y tantas otras posibilidades que, paradójicamente, suelen ser individual y ocasionalmente ciertas

¿Leer para ser escritor? No puede haber ningún escritor que lo sea por la simple lectura, se es escritor por otros imponderables enigmáticos (sic), tan enigmáticos que si los pudiéramos definir, formular, compraríamos la receta en los supermercados. Los escritores que han dejado testimonios de su arte y de sus experiencias, tampoco –por suerte- han podido descifrar el enigma, y cada uno trató de explicar su particular relación con el oficio de escribir, relación indudablemente intransferible. Existe en muchos escritores el placer d escribir, pero también en muchos otros, la tortura por practicarlo

Todo nuestro entorno nos emite señales. Las cosas, los objetos, las personas, están allí donde estamos nosotros, y aunque no emitan sonido alguno, nos están indicando algo; algo, inicialmente, rodeado de misterio (re-sic), de interrogaciones. Signos, vibraciones, ondas, aromas, formas, recuerdos, historias, ahí están, ahí son. Ese conjunto numeroso e infinito de presencias nos es común a todos, pero no todos podemos describirlos o interpretarlos, aún en el caso de estar dotados de habilidades expresivas.

El escritor asume por derecho propia la interpretación de los signos de la realidad, del entorno de ésta, y aun de su alegoría; trasciende la simple descripción; y sucesos y personajes ingresan en una dimensión puramente creativa, sin más leyes y normas que las que dicte la propia imaginación.
Celso Castiñeira de Dios falleció el año del 2006, y sus trabajos editoriales aparecieron bajo el encabezado de ‘Aproximaciones al Lector’, en la revista citada, por más de 30 años. Prólogos que iban más allá de las meras notas editoriales. Un hombre muy culto y sencillo, del cual seguiremos hablando y citando textos.

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