NUMINOR: Reminiscencias: Borges, Sábato, y Castiñeira (Segunda parte)

Por Agustín Almanza Aguilar

17 / Junio / 2015

De los textos de Castiñeira brotaron los chispazos de memoria sobre otros, como de Ernesto Sábato y Borges, que ahora exponemos. Sábato:

Cuando se escribe en serio es el tema que lo elige a uno. Y no debés escribir una sola línea que no sea sobre esa obsesión que te acosa, que te persigue desde las más oscuras regiones, a veces durante años. Resistí, esperá, poné a prueba esa tentación; no vaya a ser una tentación de la facilidad, la más peligrosa de todas las que deberás rechazar Escribí cuando no soportéis más, cuando comprendáis que te podéis volver loco. Y entonces volvé a escribir ‘lo mismo’, quiero decir volvé a indagar, por otro camino, con recursos más poderosos, con mayor experiencia y desesperación, en lo mismo de siempre Los fantasmas se suben desde nuestros antros subterráneos, tarde o temprano se presentarán de nuevo, y no es difícil que consigan un trabajo más adecuado para sus condiciones. Y los planes abandonados, los bocetos abortados, volverán para encarnarse menos defectuosamente Las obras sucesivas resultan así como las ciudades que se levantan sobre las ruinas de las anteriores: aunque nuevas, materializan cierta inmortalidad, asegurada por antiguas leyendas, por hombres de la misma raza, por crepúsculos y amaneceres semejantes, por ojos y rostros que retornan, ancestralmente.

Ahora oigamos a Jorge Luis Borges:

Un ‘Aleph’ es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos; el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos El Aleph, ¡el microcosmos de alquimistas y cabalistas!... cerré los ojos, los abrí. Entonces ví el Aleph empieza aquí mi desesperación de escritor. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten: ¿cómo transmitir a los otros el infinito Aleph, que mi temerosa memoria apenas abarca?

Soñé que despertaba y volví a dormir Comprendí que estaba soñando Me desperté Fue inútil Alguien me dijo: ‘No has despertado a la vigilia, sino a un sueño anterior. Ese sueño está dentro de otro, y así hasta el infinito el camino que habrás de desandar es interminable y morirás antes de haber despertado realmente’Grité: ‘¡no hay sueños que estén dentro de sueños!’ Del laberinto incansable de sueños yo regresé como a mi casa a la dura prisión. Bendije su humedad bendije el agujero de luz, bendije mi viejo cuerpo doliente, a la tiniebla y a la piedra. Entonces me ocurrió lo que no puedo olvidar ni comunicar. Ocurrió la unión con la divinidad, con el universo El éxtasis no repite sus símbolos; hay quien ha visto a Dios en un resplandor Yo ví una rueda altísima que estaba en todas partes; estaba hecha de agua, pero también de fuego, y era (aunque se veía el borde) Ví el universo y sus íntimos designios ví el Dios sin cara que hay detrás de los dioses

Pues bien, nuestro viaje ha terminado, acompañado de estos tres buenos hombres, aunque ese prurito del ‘remini’ no deja de eclosionar, aún en su estertor dramático y me bota, de nuevo al ‘abaddón’:

Al desprenderse el alma del cuerpo, se desprende de las categorías del espacio y el tiempo, y puede observar un puro presente Lo que el hombre corriente experimenta en los sueños, los seres anormales lo viven en sus estados de trance: los videntes, los locos, los artistas y los místicos Salirse del cuerpo e ingresar a otra realidad; esa expresión: ‘estar fuera de sí’ ¿Y qué se vé: el paraíso, o el infierno?... Esa ‘separación’, ¿es enajenación?... En ese estado –ya lo dije- el alma posee un percepción distinta de la normal, se borran las fronteras entre el objeto y el sujeto, entre el pasado y el futuro
Aquí le dejamos, de lo contrario iré a parar a lo que fue la antigua ‘Castañeda’. Pero eso sí: los límites entre la locura y la sabiduría son muy tenues, casi casi invisibles.
¡Ah! Si toma, no maneje.

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