Ay Xalisco no te rajes: el futbol, la cerveza, sus apuestas

* Las finales del torneo de barrios tuvieron mucho drama y terminaron en penales. Pimse es campeón.
* Los organizadores bien podrían adecuar más y mejores entradas y salidas al estadio, como medida de seguridad.

17 / Agosto / 2015

Por Oscar Verdín Camacho


Fácilmente, más de dos mil 500 personas asistieron a ver los partidos finales de futbol en el torneo de barrios de Xalisco, a propósito de su tradicional Feria del Elote, celebrados la tarde del sábado 15 en el estadio de esa cabecera municipal.

Y seguramente fueron varios miles los botes de cerveza vendidos a los aficionados.

La presencia de miles representa la oportunidad de muchos vecinos que viven cerca del estadio para ganarse unos pesos: afuera de sus casas colocan jabas, sillas, piedras, troncos y venden el espacio para el estacionamiento de vehículos.


A las tres de la tarde las gradas están llenas, por lo que los demás aficionados deberán estar de pie, junto a la malla ciclón que rodea la cancha.

La atención se centra principalmente en dos partidos: la gran final entre los equipos Pimse contra Peluches, y el preliminar, en otra categoría, entre Pimse y Guerreros.

Son estos días de feria en que arriban a Xalisco los nativos que viven lejos. Y en la cancha de futbol se encuentran, tras pagar 25 pesos.

Precisamente el partido preliminar ofrece lo que ya es una tradición en Xalisco: las apuestas. Se escuchan los comentarios, el regateo en murmullos: hay quienes le irán a Guerreros sólo si el otro le da un gol de ventaja. Pimse parece ser el favorito.


Zona de fuertes tormentas, esta tarde el sol está radiante, pelón.

No más del 20 por ciento de asistentes son mujeres y niños, mientras que la gran mayoría son hombres y es prácticamente imposible encontrar a alguno de ellos sin cerveza en mano.

Guerreros anota primero, luego Pimse lo alcanza y lo rebasa, para al final terminar en empate a dos goles. Se van a penales y gana Pimse. Hay gritos de muchos, alegres no sólo por ser seguidores del equipo sino porque han ganado la apuesta: desde 200, 500, mil pesos o más, mucho más. Siempre se comenta que las apuestas totales pueden ser de cientos de miles de pesos. Por eso hay alegría en unos, pero desaliento en otros.

*

Como que quiere llover. Algunos bramidos de las nubes llegan por el lado del aeropuerto Amado Nervo.

Son presentados los jóvenes del equipo de Tercera División de Xalisco. Hay un receso y por tres refrescos hay que pagar 45 pesos.

Pimse y Peluches están listos. Se sabe que sus jugadores reciben estímulos económicos y que varios de ellos han jugado en equipos profesionales. Un joven de apellido Ocampo, de Pimse, llegó a jugar en Chivas y en Jaguares de Chiapas.

¡Yo si le voy

le voy a Peluches!,

¡yo si le voy

le voy a Peluches!, cantan en una tribuna un grupo de muchachas.

Finalmente cae la primera brisa de la tarde pero, con excepción de señoras con niños, nadie se mueve de su lugar junto a la malla. Entre los grupos de aficionados, sólo alguno se aleja, pero para ir por más cerveza o al baño.

Las grandes tinas con hielo para enfriar la cerveza pronto generan lodo junto a las gradas.

Con el partido aún a cero goles, los comentarios sobre las apuestas aumentan. Hay quien, presionado por otro, cierra su comentario diciendo que sólo apostará hasta ver unos minutos del partido. Si ya perdió una lana en el partido anterior, para que seguir buscándole.

Y se calientan los ánimos: el árbitro y uno de los abanderados reciben mentadas de madre por la expulsión del portero de Peluches por una falta a un delantero de Pimse, en el segundo tiempo, y la primera impresión es que ha sido marcado penal.


Los árbitros titubean. Buscan hablar sin que los jugadores estén cerca.

Un sujeto lanza un bote con cerveza hacia el abanderado, pero por fortuna no lo golpea. Los árbitros finalmente deciden: sí a la expulsión, pero no al penal, aunque no sirvió de mucho: el tiro libre llevó el balón hasta la red. Un golazo pegado al travesaño que no pudo evitar el jugador habilitado como portero.

La música de banda no deja de tocar cerca de una de las gradas, lo que también es parte de la tradición en Xalisco.

Atrás de la portería norte hay una puerta metálica, pero un aficionado señala con sus dedos: hay soldadura en la puerta. Está sellada. No hay salida por ahí. Así están todas las puertas. La única salida es por donde se entra, completa.

Esa parte es algo que bien pueden corregir los organizadores del torneo: mejorar los accesos y salidas del campo por cuestiones de seguridad.

Unos cuantos policías municipales se ven cerca de la entrada, e igual a elementos de protección civil.

Niños de algunos 10 años y señores, cada quien por su lado, juntan los botes vacíos como si estuvieran recogiendo hojarascas en otoño: por decenas, por cientos.


Por un rato llueve y hay fuertes roces entre los futbolistas. Por un momento se calientan de más y es expulsado un jugador de Pimse, para otra vez quedar nivelados. Hay jugadas de peligro de gol en ambas porterías y finalmente Peluches consigue el empate, lo que desata una prolongada gritería de júbilo, especialmente de quienes han apostado a su favor.

¡Que ya se acabe, yo con el empate gano!, se escucha la emoción de un muchacho que ha apostado teniendo el empate a favor.

En las gradas ya casi nadie ve el partido sentado, prefieren estar de pie. ¡Tierra, tierra, tierra!, reclaman otros desde el pasillo para que los dejen ver.

¡Y cómo chingados no!: otra banda de música ingresa al estadio.

Aunque la lluvia ha calmado, la tarde se hizo prieta temprano y las luces del estadio fueron prendidas. El partido termina en empate a uno. Y otra vez a sufrir en penales.

Desde algunos lugares ya resulta imposible ver los disparos a gol, pero se guía por la reacción de otros jugadores en el centro de la cancha o de los aficionados.

Pimse falla el primer tiro, pero no los otros cuatro. Y Peluches anota los tres primeros, aunque desatina en los últimos dos. ¡Pimse es campeón!.

Y a pagar las apuestas porque, como dice la canción de José Alfredo Jiménez: en Xalisco también se respeta al que gana