NUMINOR: LOS ROCKEFELLER:

Por Agustín Almanza Aguilar

25 / Agosto / 2015

Un escocés, en los tiempos de la independencia de los E.U.A., hacía su aparición, dejando los agrestes riscos de su tierra natal, que, a la sazón, entonces, vivía agitada por cismas políticos y religiosos y, después de merodear por varios estados, en las fronteras del Canadá, se asentó en aquella Pennsylvania y, más tarde, en el estado de Nueva York. Hablamos de Williams Avery Rockefeller, el fundador de la dinastía, un aventurero y campesino hereditario, capaz de emprender cualquier actividad para abrirse camino: anduvo vendiendo, en un tiempo, especialidades farmacéuticas y ‘remedios’ contra el cáncer aunque no curasen nada, remedios a base de opio y así el enfermo seguía enfermo, pero muy contento.
Cuando tuvo un puñado de dólares en la mano se casó, con Engevina, muchacha muy trabajadora, y se retiró de los negocio. Estableció una pequeña granja agrícola y un corral de marranos y gallinas y comenzó su nueva existencia. A los 60 años casi nació un hijo, John, que iba a bien aprender todos los oficios, enseñado por su maestro, su padre; habilidades y recursos

Al cumplir sus 20 años, John recibiría de su padre una tajadita de la fortuna familiar, con la que compró una participación en una empresa de corretaje mercantil, en Cleveland. Era el año de 1859 y, meses después, el coronel Drake perforaba el primer pozo de petróleo americano, en Titusville, Pensilvania, y enviaba el productor a Cleveland, por vía acuática, para ser refinado antes de llegar a Nueva York. Ante esto, el joven John vendió sus intereses y compró todas las acciones de la que iba a ser la mayor refinería de Cleveland, la futura Standard Oil Company. Tenía 26 años y adivinaba que el verdadero tesoro no era el petróleo sino su refinación y, sobre todo, el transporte. Así, John tendió el primer ‘Piper-Line’ de 20 mil kilómetros de longitud y Standard controló el 95% del comercio petrolífero y también, con ese porcentaje, lo hizo con la petrolera. Un verdadero genio emprendedor.

Desde 1890, John comenzó a comprar y comprar todo lo que se le vendiera en la región Nort West Pacific: valles, montes, ferrocarriles, fundiciones, fábricas de clavos, de papel, explotaciones mineras, etc., etc., bueno, la ciudad completa de Everett, en Washington State. Adquirió, asimismo, el mayor yacimiento de hierro del planeta, las minas de Mesaby, en Minnesota. Luego le daría por la filantropía.

Millones y millones fluyeron para proyectos artísticos, beneficencias, religiosos, culturales: financió la restauración de la catedral gótica de Reims, del castillo de Versalles y de Fontainebleau, de ágora de Atenas, y la conservación de los ‘sequoias’ de California, aparte de fundar tres parques nacionales murió en 1937, antes de cumplir los 98 años, habiendo visto de todo: búfalos, pieles rojas, bandoleros, luchas intestinas y sangrientas de los truts y monopolios, etc.

John Jr., representante de la tercera generación, se dedicó, en plena depresión, en 1930, a la construcción del ‘Rockefeller Center’, colosal rascacielos de la Quinta Avenida que abriga miles de oficinas y despachos. Sede del ‘reino’ del Clan. Moriría, con la imagen de ‘benefactor público’, en 1960, a los 86 años de edad, dejando 6 hijos, educados en las altas esferas de la administración, la política y el orden social. Uno de esos niños lo fue Nelson A. –que aparece en una curiosa fotografía, con su abuelo John D., a los tres años de edad, vestido como niña-. Todo salía de los Rockefeller para las comparas del gobierno en turno, pues controlaban desde la banca y la industria, hasta la política y las relaciones internacionales

Nelson fue vice-presidente, y a los 28 años director de la Creole Petroleum, filial de la Standard Oil Company, que controlaba entonces enormes reservas del petróleo de Venezuela. Fue director, también, de la CIAA (Coordinator of Interamerican Affairs), la que llegó a controlar, en cinco años. El 40% de la América Latina: emisiones de radio, periódicos, revistas, etc., y se convirtió en un experto en el manejo de opiniones a distancia.
Laurence, el tercer hijo, financió la compra del departamento de aviación de la General Motors, y lo convirtió en la Eastern Airlines, al par que, asociado con la Mc Donnell Aircraft Corporation, fueron los encargados de proveer a la Marina Americana de los aviones necesarios, en la Segunda Guerra Mundial.

El ‘benjamín’ de los seis hermanitos, David Rockefeller, fue director del Chase Manhattan Bank (1961), una de las bancas más importantes de E.E.U.U., siendo portavoz de toda la comunidad financiera internacional. ¿Qué hay de ellos ahora?
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