NUMINOR : DONATIEN ALPHONSE FRANÇOIS DE SADE

Por Agustín Almanza Aguilar

26 / Agosto / 2015

En una mazmorra del infierno, un cuchillo en forma de ave rebosa de tinta: es la pluma del Marqués de Sade, el noble apologista del mal, ‘El divino Marqués el espíritu más libre que haya existido’, como lo llamó su reivindicador, el poeta Guillaume Apollinaire, sigue siendo en la actualidad una figura enigmática que perturba y hace hervir la sangre de quien enfrenta a su lectura. El exceso de la imaginación alcanzó con él su grado más violento y libertario. El desenfreno sexual como única moral es la respuesta que este hombre del siglo XVIII le dio a su condición de preso e inadaptado a una sociedad que, incluso hoy, se muestra hipócrita frente a la libertad del deseo, nos dice Alfredo Quintana Garay, en un curioso ensayo.

Se ha dicho –para los que han leído y estudiado si obra- que prácticamente ninguna perversión escapó a su imaginación, y que nos muestra los límites del hombre y la aterradora verdad que hay detrás de ellos. Su figura resurgió a principios del siglo pasado y ha influido en diversos artistas los cuales, gracias a este filósofo del mal (de la perversión del instinto sexual), nos mostraron algunas de las imágenes más perturbadoras creadas por el ser humano.

Donatien Alphonse François de Sade nació un 2 de junio de 1740 en París. Vivió durante uno de los periodos más difíciles en la historia de Francia, donde estuvo prisionero durante más de 27 años. Veamos algunos datos relevantes de su vida.

Encarcelado en 1763, acusado de lenocidio, cuatro meses después de su boda con Reneé Pelagie. En 1768, otra vez a la cárcel, por haber obligado a desnudarse a una joven con el pretexto de probar la eficacia de un ungüento, y luego torturarla. Fue liberado gracias a su parentesco con el rey Luis XV. En 1772 fue condenado a la guillotina por crímenes sexuales, salvándose nuevamente por sus influencias. Más tarde fue recluido en la fortaleza de Vincennes, donde estuvo preso hasta el año de 1784 –después de un intento de fuga-: fue acusado por el padre de una de las muchachas que utilizaba para sus orgías. En ese mismo año es trasladado a la Bastilla, donde redacta los ‘120 Días de Sodoma’, ‘Diálogo entre un Sacerdote y un Moribundo’, u su obra más famosa, ‘Justina o las Desventuras de la Virtud’. En 1893 otra vez es encarcelado por oponerse a las ejecuciones de la guillotina. En 1801 al ‘bote’ de nuevo, por haber dizque escrito –no fue él, se sabría después- una obra en la que atacaba a varios nobles. Luego fue transferido a Bícetre –en la cárcel anterior se le había acusado de seducir prisioneros- y, finalmente, por su mal comportamiento, a Charenton, un asilo psiquiátrico, donde pasó sus últimos diez años, muriendo el 3 de diciembre de 1814, a los 74 años de edad, siendo enterrado en el cementerio de dicho centro contra su voluntad, expresaba en su testamento.

Otras obras –que comentaremos en la siguiente entrega- son ‘Filosofía en la Alcoba’, y ‘Julieta o el Vicio Ampliamente Recompensado’.

Dos grandes personajes escribieron obras sobre él, como André Breton y Octavio Paz, que son ‘Antología del Humor negro’ y ‘Sade: un más allá erótico’, respectivamente.

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