CON PRECAUCIÓN: País hospitalario

Por Sergio Mejía García Cano

09 / Septiembre / 2015

Con el conflicto de los emigrantes sirios, desde luego no se hicieron esperar voces mexicanas para recibir mínimo diez mil refugiados de aquél país, como si el horno mexicano estuviera para bollos con tantos problemas internos en algunos casos algo similares. El pretexto, obviamente es la bandera de que México siempre ha sido un país hospitalario con la gente en desgracia, que así actuó con los españoles que huyeron del franquismo y con los chilenos que no soportaron a don Augusto Pinochet.

Sin embargo, esa hospitalidad se ha hecho a un lado con nuestros hermanos centroamericanos y hasta con infinidad de nuestros connacionales que se ven en la necesidad de tener que atravesar nuestra nación para tratar de llegar a la frontera norte y pasar al otro lado en busca del tan cacareado sueño americano.

Pero aparte de los migrantes nacionales, centro y hasta sudamericanos, existen problemas internos muy severos con las etnias que están abandonadas por completo a su suerte, habitantes del país que nada más son recordados cuando de salir en la foto le conviene a un candidato o gobernante o a todo tipo de funcionarios e incluso, para ser reprimidos a la primera señal de protesta en contra de su olvido ancestral. Y ya no se diga con buena parte de nuestros connacionales que padecen una pobreza extrema a la que cada día se suman más y más mexicanos; sin querer, por supuesto, pero que infortunadamente no les queda de otra.

Según los enterados, México es un país privilegiado de acuerdo a su posición geográfica y que por lo mismo tiene grandes riquezas naturales, materias primas de muchas clases; recursos que no han sido aprovechados convenientemente para bien de sus propios habitantes, sino solo para unos cuantos y desde luego para los extranjeros. De ahí que cuando Mao Zedong se refirió alguna vez a nuestro país, se dice que mencionó que si China estuviera haciendo frontera con los Estados Unidos, una piedra que levantara del suelo, se la vendería a precio de oro a los gringos; y refiriéndose a los gobernantes mexicanos –de aquel entonces-, dijo que si la arena del Desierto del Sahara se la dieran a administrar a los políticos mexicanos, el Desierto desaparecería.

Y en verdad que nuestra nación tiene prácticamente recursos de todo y para todo: Agua, petróleo, costas tanto en el oriente como el occidente, bosques, desiertos, oro, plata, cobre, etcétera; y si bien ya muchas cosas están escaseando, aun así sigue teniendo más recursos y materias primas que muchos otros países e inclusive cuenta hasta con sus propios refugiados, migrantes e inmigrantes, gente padeciendo hambre y frío, eruditos y analfabetas inclusive hasta sus propias fosas clandestinas, mafias tanto políticas como del llamado crimen organizado de quien según el expresidente Vicente Fox, es lo único organizado que hay en el país. En fin, tenemos casi de todo, pero no para presumir desde luego, sino más bien para lamentarnos.

Y por supuesto, para ser la envidia y a la vez lástima de otros países. Y aún así hoy surgen voces que quieren que nuestro país reciba refugiados sirios, sin ponerse a pensar que primeramente habría que mirar hacia el interior de la casa y no al exterior en donde por desgracia, al igual que con nosotros, siempre habrá gente sufriendo toda clase de calamidades.

Pero por lo regular así pasa constantemente. Cuando algún otro país sufre un lamentable terremoto, de inmediato corren hasta aquellos lugares las televisoras mexicanas para dar cuenta del sufrimiento por el que pasan los afectados; o como cuando documentan estas mismas televisoras el hambruna del que son presa países del continente africano y Asia, siendo que sin tener que viajar miles de kilómetros, aquí podrían encontrar cosas similares y sin terremotos de por medio, terremotos naturales desde luego, porque políticos cada día los hay y son los que tienen a millones de mexicanos prácticamente en la inopia, y otros tantos en el desasosiego de las verdades históricas que posteriormente se derrumban como castillos de naipes.

Así que volviendo a los migrantes sirios, en caso de que las buenas almas de las autoridades mexicanas aprueben que vengan a México esos diez mil refugiados, ¿en dónde y en qué los van a acomodar y en qué trabajarían? ¿Qué no acaso deberían tener prioridad nuestros paisanos y migrantes que llegaron primero? Las buenas conciencias nacionales y extranjeras no le recriminarían a México el no recibir a estos migrantes sirios, sabedores de que ya tiene sus propios problemas.